miércoles, 20 de octubre de 2010

Capítulo 11 - Cardo o ceniza

Hoy es un dia muy bonito, pareciera que en este pueblo no existiera el invierno. Trotaba yo por la calle, me había decidido a hacer ejercicio desde muy temprano. 6:45am marcaba mi reloj y en la radio sólo se escuchaban noticias y más.


Pasé por la librería, me sentí un poco nostálgico pero yo se algo: una artista esta condenado a una gran soledad y debe aprender a vivir con ella y disfrutarla.





Me detuve a ver el periódico, ya llevaba poco más de una hora haciendo ejercicio, los titulares decian lo de siempre. noticias políticas, deportes y más abajo había un anuncio de una excursión de fin de semana a las montañas de San Abelardo. Regresé al hotel y le pregunté a la recepcionista "¿Qué sabe ud. de esas excursiones a las montañas?" me dijo que eran muy buenas y que hacian inclusive una parada por una pequeña catarata. Me animé a tomarla, me puse en contacto y me inscribí inmediatamente.





Después de llamar de mi habitación, tomé una ducha mientras pensaba que un poco de ese tipo de distracción me haría muy bien, salí del baño con la bata puesta y una toalla secándome el cabello cuando derepente estaba ella en mi cama, sentado con ropa de baño rosada y que dejaba poco a la imaginación, la puerta estaba abierta.


"¿Pero cómo? - pregunté asombrado - "tomé las llaves de la señora de housekeeping y entré, quería saber si me acompañarías a la piscina del hotel - levantándose - el agua esta muy buena y el clima también además una persona que hace tanto ejercicio como tu, debe disfrutar de la piscina tanto como yo..." se había acercado lo suficiente como para decirmelo cara a cara, mirándome con inocencia y a la vez deseo, intuí que se cobraría todas las largadas que le había hecho. Negándome yo, ella me obstaculizó el paso y me dijo muy decidida "si no vas conmigo ahora grito" no soy de los que se dejan intimidar por ese tipo de coacciones, tan sólo sonreí y le dije "¿quién te va a creer? ¿no reparas aun que dejaste la puerta abierta?" aproveché que giró la cabeza para darse cuenta de ello, la tomé por el brazo y la saqué de mi habitación "muy bien pequeña ¡HASTA LUEGO!"



Sentándome en la cama, para que se me pasara la molestia de esa entrometida, me quité la bata tomé mi ropa interior cuando escuché "ese boxer blanco te hace ver tan sexy..." ¡OK! reventé, entonces cegado por el mal humor y la impertinencia de esta mocosa del demonio, de un solo salto abrí la puerta y aun no se como pero con un solo movimiento la metí a mi habitación, estaba enfurecido, casi endemoniado. Cerré la puerta y lo unico que recuerdo haberle dicho fue: "bien, si esto es lo que quieres, pues lo tendrás a las buenas o a las malas..." ella me miró con cara, no se si de asombro, temor, deseo y temor, temor y realización... que se yo. Ahora que lo pienso bien, mientras yo decia eso creo que ella se preguntaba como de en un momento estaba ocultándose por la puerta y al otro acabó en mi cama.

Me puse encima y pegando mi cara frente a la de ella, tomándola por la cintura y subiendo mi mano hacia su busto, la besé. Ella no atinó a hacer nada, a lo que me detuve y le reclamé "ya vez... perro que ladra no muerde, ahora vete que ya decubriste que este juego es de mayores y no de mocosas.." me levanté y seguí haciendo mis cosas ignorándola. Como al cabo de unos segundos ella sólo atinó a decir: "tienes razón, perro que ladra no muerde... por eso tu ladras tanto, digo, hablas" ¡HIJA DE PUTA! fue todo lo que pensé, salté de nuevo a la cama y cual tigre que caza a un cervatillo, de un solo tirón le arranqué la parte de arriba de la ropa de baño dejando al descubierto esas dos no tan pequeños senos adolescentes, ella se agarró del cubrecama apretándolo con fuerza, cuando de repente sonó un "ding" gritó ella: "¡¡Muevete!!" lo siguiente que vi fue como su pierna se acercaba raudamente a mi cara, entonces me deje caer al suelo ella tomó su ropa de baño, se la puso escondiéndose atras de la puerta. Se escucho a dos personas hablar mientras se perdía el sonido de sus pasos en un hondo cerrar de puerta. "¿'y me decias a mi que no reparé en cerrar la puerta no?" me levanté y del estado casi frenético en el que me encontraba, sólo me daba vueltas la cabeza una cosa ¿que carajo había pasado? Arrodillado en el piso se me acercó y me dijo: "ahora tómame". "¡Esto es una locura - exclamé - esto no debió pasar!" me miró y me dijo: tienes razón esto no debió pasar, debieron llegar en otro momento" se fue de mi habitación, cerré la puerta y me senté en la cama nuevamente a sacarme de la cabeza toda la escena que había sucedido. Puse las manos hacia atras dejando caer mi cabeza también al mismo lado, cuando algo me distrajo ¿Por qué está húmedo el cubrecamas?

miércoles, 26 de mayo de 2010

Capítulo 10 - ¡LA GRAN PREENTACIÓN! (e*)

¡Auch! Rayos, afeitarse aun sigue siendo doloroso para mi, es difícil cuando uno tiene una tupida barba. Pensaba en un chiste que me contaron hace bastante tiempo cuando recien aprendía a afeitarme, cuando de pronto sonó el anexo de la habitación "¿Bueno?, si claro descuide que allí estaré" colgué.


Descolgué uno de mis mejores ternos y el más querido, era un Ma C. A. Biag. de tela paño, plomo muy oscuro, camisa negra y corbata color verde petróleo, como si fuera poco, mis zapatos negros brillaban tanto como mis ojos, sin olvidar mi Rolex Villegano, la billetera y salí. "Le dejo la llave" le dije a la recepcionista.




Bajé del taxi, llegando a la librería donde la gente estaba desesperada por entrar en la puerta, de pronto vi un poco dificil mi entrada, cuando en un parpadear sentí un jalón: "Silencio tontito, soy yo" dijo Azul que estaba entre la gente fingiendo ser un admirador más, esperando mi llegada para hacerme entrar por donde ella lo haría.

Ya dentro de la librería le pregunté: "¿emocionada?" contestando con una sonrisa de quinceañera "como si fuera la primera vez que hago esto..." Se abrieron las puertas.



Rápidamente el público se sentó en las sillas, suelo, estantes donde se podía y ellla con su manera tan apasionada al hablar, relatando sus historías y poemas como si los escribiera, respondía a sus admiradores que devoraban cada palabra de ella como si fuera el último bocado de aliemento que recibirían en su vida. Era tanto el silencio que se originaba al ella hablar que inclusive con sus propias palabras hacia ella un silencio cautivador, del cual sólo rescatabas algo: estaba ella dándose a su público, cual héroe nacional inmolándose por una causa, sus admiradores.


Terminó la presentación y salimos de la librería, ibamos caminando hacia una tienda para tomar un cafe "un expreso doble y un caramel macchiato, por favor..." Ella me miraba apenada, entonces tomó mi mano y me dijo: " sabes que tengo que seguir mi gira ¿verdad?"
asenté la cabeza y sólo le dije que disfrutara la noche tan como ella, tan Azul.
Sonriedo dijo que cuando la terminara regresaría por mi.

Regresamos al hotel y nos fuimos directo a mi habitación y allí terminamos nuestra velada.
A la mañana siguiente desperté y estaba solo a mi costado una nota escrita que decía: "Mi amado, me fui durante la noche no quería decirte adios asi que preferí dejar las cosas así para cuando nos reencontremos de nuevo correr por ti y darte un abrazo tan, pero tan especial como nuestra última noche juntos. Te extrañaré hasta entonces. Azul..."

Llamé a recepción me confirmaron la amarga nocticia, ella se había ido.

Decidí reponerme rápido a esa situación, bajé al bar para ahogarme en alcohol, pero no me sentía cómodo entonces salí a caminar, pero aun asi estaba raro. Regresé al hotel y en la recepción sentada estaba esa pequeña mocosa, me vio entrar algo desencajado y con una sonrisa burlona - como si no me bastara más - me dijo "y tu noviecita... jajjaajajajja" la ignoré, me siguió por el elevador, no aguantaba todo lo que decía. Casi por reventar grité: "¡¡Carajo por alguna vez dejame en paz!!" se quedó asombrada, se detuvo el elevador y salí de el directo a mi habitación.

Desperté y me di cuenta que mientras dormía, habia llorado. ¡¡La grandísima puta!! ¿acaso me había enamorado?
No eso no podía pasarme a mi, me quite la ropa y acostándome quede pensativo hasta dormir.

*Capítulo editado despues de publicación.

martes, 25 de mayo de 2010

Capítulo 9 - Una almohada "Azul"

Dentro de mi habitación y ya en la cama, buscando el mando a distancia del televisor, no podía creer que había pasado una muy entretenida y amena con Azul.

Dejé de pensar en eso, cuando resolví que el mando a distancia era lo que me estaba incomodando, lo retiré de entre mi espalda y la cama, encendí el televisor y busqué una película. Encontré una comedia romántica, que hace mucho tiempo no veía, pensaba en Azul.

Poco a poco fui pensando en qué habría pasado si en vez de simplemente despedirme hubieramos seguido juntos hatsa nuestras habitaciones y... ¡NO! me levanté, fui al baño, me mojé la cara y me recosté de nuevo en la cama, lo último que recuerdo es haber estado viendo la película y haber sentido una tibia y dulce caricia por mi rostro, cuando voltíe era Azul, que estaba recostada en mi cama, con una bata blanca transparente dejando relucir su bello y contorneado cuerpo, se me puso encima y comenzó a besarme. Era maravilloso poder sentir su hermoso cabello entre mis dedos y todo un lujo para mis manos ir bajando por su espalda sintiendo su suave piel, me destapó y fui sintiendo como bajaba besándome por el cuello, estaba atónito, cuando de pronto sentí algo duro en su espalda, entonces reaccioné.... desperté y era una almohada, que de alguna forma había terminado encima mio y en mi mano, lo duro, era el mando a distancia de la televisión.

Después de esa desilusión, me sentí un tremendo estúpido, boté la almohada al piso, me tapé, apagué el televisor y me recosté ya para dormir.



Como 20 minutos más tarde, tocaron la puerta, renegando me levanté pensando que sería la pequeña niña y con mala cara abrí la puerta. Grande fue mi sorpresa al ver a Azul con una bata blanca, ( intuí que no tendría nada debajo de la bata ) dos copas y una botella de vino la acompañaban, recostada en el marco de la puerta me dijo: "bueno, mejor será que continuemos conversando, ¿no?" me empujó aventándome a la cama y sin dejarme decir nada continuó hablando "creiste que yo me quedaría con una simple conversación, no yo siempre tengo lo que quiero y ahora te quiero a ti..."

Tratando de articular palabra, me pequé una cachetada tratando de ver si es que no era otro sueño y ella dijo "¿que, acaso no crees esto real? pues dejame enseñarte que tan real soy" dejó caer las copas destapando el vino, lo libó de pico, se secó cual ebrio de cantina con el brazo y con uan agresiva pero excitante mirada me dijo: "Tómame, tómame ahora" me derramó vino encima y comenzó a lamerme, a lo que sólo atiné a decir: "veo que te gusta mucho el vino ¿no?"



La detuve, ya que había notado el sonido del elevador "la puerta está abierta, la cerraré" justo en ese preciso momento vi pasar distraida al teléfono a la mamá de la pequeña y por su tono de voz parecía algo pasada de copas y por detrás a la pequeña quién al verme y aprovechando la distracción de su madre, se dirigió a su mi habitación y se dio con la sorpresa, sin palabra, me miró con cara de furia y se fue corriendo, entonces cerré la puerta.



Lo que pasó aquella noche en mi habitación se quedó allí, pero si diré que mujer como ella nunca en mi vida, que inagotable, debo decir que desperté con dolor de espalda, hambre y con una bien justificada sonrisa. "tu bata es de Ma. C. A. Biag tienes buenos gustos, la mayor parte de mi ropa interior y ternos más lujosos son de ella." le dije muy suave al oído, girando hacia mi y tomándome la cara, me dio un beso, luego me miró fijamente: "entonces quiero ver eso más tarde en mi presentación" sonreí "la ropa interior o el terno" contesté. Ya en la puerta de mi habitación me dijo: "ambos..." y se fue.

lunes, 19 de abril de 2010

Capítulo 8 - Llega "Azul" al pueblo

Salí del hotel, era una mañana de esas que hace mucho tiempo no veía, soleada y con el cielo claro. Crucé.

"Hola una cajetilla de Mrah, grande mentolado, por favor..." Pude notar que había mucha gente leyendo el periódico en el kiosco cercano "¿ya se enteró la noticia? - me dijo el hombre que atendía - la gran escritora, Azul ¿si ha escuchado de ella verdad? viene al pueblo a firmar su último libro para sus fans y pronto estrenarán una serie de películas basadas en sus historias..."

"¡No le puedo creer! - exclamé - que gusto me da saber eso, cóbrese" Debo admitirlo, soy un fanático de aquella escritora, tenia todos sus libros cuando vivía con mi familia.

"Aquí está su vuelto - dándome las monedas, continuó hablando - mis nietos van a caer rendidos ante la noticia y de seguro que vendrán. Ellos viven a una hora de aquí." Con esa sonrisa que ocaciona la ternura de ver un anciano, hablando de sus nietos contesté "Me imagino que si señor... Muchas gracias"


Me acerqué al kiosco y lo confirmé con mis propios ojos, decía un gran titular "LA GRAN ESCRITORA AZUL LLEGARÁ EN SAN ABELARDO" se podía escuchar a la gente muy emocionada por este acontecimiento. "Hola, deme un periódico por favor." abrí y en la página principal estaba a doble hoja la primicia. Según el artículo ella firmaría sus copias en una librería a pocas calles del hotel a la que me dirigí a ver cual era el ejemplar nuevo de Azul.
De regreso al hotel, ya un poco más tarde, caminando por las calles del pueblo sentí un claxon, era el administrador del hotel, que me invitaba a subir a su auto. "Sr. Arevalocilla, ¡que gusto verle!" sonriendo el preguntó "¿Va para el hotel? de ser así, le llevo que voy también para allá" Acepté la invitación. En el camino me comentó que Azul se hospedaría en el hotel, como ella tenia costumbre siempre tomaba varias habitaciones en varios hoteles de la ciudades donde iba, según ella para "despistar" a los acosadores fans y poder estar tranquila.



Llegamos al hotel, me despedí prometiéndole bajar luego a continuar las copas que tuvimos que dejar antes. Ya en en elevador y camino al quinto piso, pensaba que nunca había estado en el mismo hotel con una escritora tan famosa y renombrada como ella y que algún dia podría contar que compartí mi estancia en un hotel con una mega estrella.
Salí del elevador y tomando las llaves de la habitación para entrar, escuché: "y esa sonrisita, cariño.." La cual se me borró de la cara inmediatamente al voltear y ver a la mocosa del cuerno allí con aires de femme fatal "haz estado pensando en mi, mucho por lo que veo, que ya caminas sonriendo solo por allí" Solté una carcajada y le contesté: "Por el amor de Dios eres tan cómica mocosa.... deja de pensar que entre tu y yo hay algo y quítate ese disfráz de mujer, que aun no te queda o por lo menos ponte un par de medias enrolladas para aparentar si es que aun quieres seguir usándolo..." Seguí riéndome a carcajadas mientras podía ver como se ponía roja de ira. Aseguro que se podía freír una tortilla en su cabeza. "Que, ¿acaso no haz leído las noticias? la gran escritora Azul viene al pueblo y se hospedará aquí" De pronto se le pasó la ira y dubitativa preguntó: "¿Y por qué sonríes por eso?" entrando ya casi a mi habitación y por reventarle un poco más el hígado: "por que ella si es una mujer con la que yo dejaría libre todas esas ilusiones que tu te haces conmigo" Cerré la puerta y me quedé allí parado en silencio detrás.



Para la hora de la cena, pude enterarme por los mozos que Azul ya había llegado y que en cualquier momento bajaría, andaban ellos algo nerviosos pensando quién sería el más indicado para atenderla, no pudiendo resistí el escucharlos les dije: "pero señores no se hagan complicaciones, atiéndanla como se les vaya presentando la situación, los huéspedes ya estamos bajando todos a cenar y ya los veo a ustedes corriendo por atender a todos por igual, descuiden ella es una persona como nosotros que, me imagino, comprenderá que ustedes hacen su trabajo y tomará en cuenta los tiempos de atención..." cuando de pronto escuché una voz detrás mio: "Eso es cierto, ¿cenamos?" Era Azul que estaba detrás mio que había escuchado cuando hable con los mozos.



Pasamos horas conversando de sus libros, mis anécdotas, las de ella, nos divertimos hablando el uno y el otro, pasamos a los sillones de la recepción y continuamos conversando. En un momento se abrió la puerta del elevador y salieron de el, la mamá de la libidinosa mocosa que me atormentaba, con un muy bonito y elegante vestido de noche de tono oscuro y un sobretodo de piel que se notaba muy lujosos y detrás de ella salió esta niña en un vestido color rosado y pequeñas lentejuelas que hacia verla realmente diferente, traté de ignorarla, más saludé muy cordialmente a su madre quién me contesto el saludo con una sonrisa. Para cuando salieron del hotel Azul dejando su copa en la mesa, me dijo "Dios santo, por poco y esa niña me mata... ¿tienes algo con ella?" levantando la ceja y riéndome le conté como habían sucedido algunas anécdotas con ella.

Terminó de escucharme y me dijo "ten cuidado una pequeña mujercilla no mide las consecuencias de sus actos y por como me miró, con mayor razón te lo digo" se levantó se despidió de mi acordando volver a coincidir para algunas copas adicionales y se retiró. terminé mi copa y acercándome al mostrador a cargar la cuenta la señorita de recepción me dijo: "Ella es la famosa escritora ¿no?"

domingo, 4 de abril de 2010

Capítulo 7 - ¿Bienvenida?

Luego de un par de días más en el hospital, me dieron de alta. Tomé un taxi, de camino al hotel pude ver que en el tablero de este auto, que estaba recubierto con una tela medio peluda de color morado con flecos amarillos, había varias estampitas de un santo con una inscripción "Protégeme San Vilosin, patrón de los imposibles y causas perdidas"
"Es usted muy devoto de ese santo, ¿verdad?" - pregunté de forma incrédula y sarcástica al taxista - "si, muchas veces le he pedido por varias intenciones personales y nunca me ha fallado, gracias a ÉL tengo mi autito, inclusive salvó a mi hijo de la muerte" Comencé a reír de manera silenciosa, pensando que este señor parecía algún actor de aquellas series que transmiten por algunos canales de televisión, donde el o la protagonista implora a su santo de mayor devoción con mucha fe y milagrosamente por magia televisiva, todo sale de maravilla, atribuyéndole al santo el final feliz.
"Bien, que bueno que usted crea en los santos, en lo personal yo no lo hago. Bueno bajo en ese hotel. Cóbrese." le dije al taxista, quien pareció no gustarle mi comentario por la expresión de su mirada a través del espejo retrovisor. Al salir de Auto me dijo: "Oiga usted, debería encomendársele. A ver si así deja de tener tantos accidentes" y arrancó. Me quedé parado en la vereda, mirando como se iba aquel taxista y lo único que pude pensar fue "¿que carajo fue eso?

Entré al hotel y la recepcionista, muy alegre por cierto, me dijo: "¡Señor! Bienvenido nuevamente, estábamos todos muy preocupados por usted, es más, el administrador me pidió que cuando usted llegara, le hiciéramos saber. Si usted me permite, yo le aviso ahora" Asenté la cabeza expresando un especial agrado por ese gesto y la mire sonriendo "Claro, como no"

Salió un hombre como de 40 años o un poco menos, alto, de cabello rubio y mirada muy segura. "¡Bienvenido nuevamente! es un agrado tenerlo aquí. nos enteramos de lo que le había pasado por los huéspedes de su mismo piso..." Soltándole la mano, le dije: "si, lo se... ellos fueron los que me auxiliaron. Bueno quería saber como podíamos hacer para abonar los días que no he estado aquí, igual mis cosas estaban en la habitación y yo supongo eso originó un cargo. ¿Cuánto es el costo?" Sonriendo, me dijo: "Descuide, sabemos por lo que pasó esos días no tienen costo para usted. Ahora mismo haré que un botones suba sus cosas del almacén, donde las pusimos por seguridad, a la habitación donde estaba usted hospedado"
Agradecí el gesto al administrador, me invitó a tomar unas copas al bar del hotel y ya en más confianza comencé a indagar un poco sobre esta pequeña niña que me estaba atormentando y confirmar lo que aquellos empleados me habían dicho días atrás.
"Si, es cierto. Esa niña es un problema que lamentáblemente no nos podemos deshacer de forma sencilla. Aquella familia es muy amiga del dueño y debemos hospedarlos aquí, por orden de él"
Con lo que me había dicho, quedé más que satisfecho, esta niña aprovechaba esta relación amical al máximo para hacer de las suyas. Unas copas después de eso y conversando acerca del último partido de basquet de la temporada pasada, se abrió la puerta del bar y escuchamos una dulce voz "Buenos días Sr. Arevalocilla. Mi papá le manda esta nota" Dándole una hoja escrita a mano, en una calidad de papel muy buena, la leyó y suspiró diciendo: "Bueno mi amigo, el deber llama..." lo miré extrañado, como si no fuera más que obvio que su trabajo era administar el hotel, mientras el continuó "que sería de este tipo sin mi.." continué con la misma expresión, pero para acentuarla levanté la ceja "y es que yo soy el que le resuelve la vida" giró la cabeza mirando al piso, se acercó a un mozo y se fue.
Levanté la mano para llamar la atención del mozo, se acercó y le dije que me traiga la cuenta, "Disculpe usted caballero, pero el administrador dio la orden de que lo que pidiése el día de hoy sea sin cargo" Agradecí, me levanté y caminé con dirección al elevador.
Lo vi nuevamente con el celular en la mano, parecía querer comunicarse con alguien de manera urgente " Sr. Arevalocilla, no quiero interrumpirlo pero sólo decirle gracias nuevamente por todas las atenciones que me está brindando" tapó el celular sin despegárselo de la cara y me dijo: "Descuida hijo, estamos aquí para ayudarnos y darnos la mano en todo lo que podamos y más aun, si estamos en apuros" Quería abrazarlo, había sido este señor demasiado bueno conmigo, pero arrugaría su impecable terno color gris oscuro. Pasó por delante de mi, aproveché para preguntarle: "Oiga, no sabía que esta niña tenia una hermana mayor, tan simpática..." mientras seguía su camino, hacia atrás de la barra de recepción, contestó: "¿Hermana? no hijo, la que viste en el bar era ella" Se me congeló la sonrisa y la cara entera, no podía creer lo que había visto. Aquella niña de vestidos largos, trenzas en el cabello y de apariencia muy infantil a una señorita de pantalones pegados que, resaltaban su bien contorneada figura, cabello suelto y liso como la seda, no quiero describir el escote de la blusa que llevaba, mas sólo diré que por poco y dejaba ver el detalle del centro del brasier.
"Cuídate hijo, ya nos vemos luego" - pasó delante mio nuevamente, pero con dirección a la puerta y le diciéndole a la recepcionista - "Estefanaya, toma mis mensajes, no contestaré mi celular a no ser que seas tu, voy camino a atender otro de los exquisitos cadáveres del dueño"
"¿cadáveres?" me pregunté en voz alta, como queriendo quitarme de la cabeza, lo que vi en el bar. "si, es que así dice el Sr. Arevalocilla a los asuntos que el dueño del hotel le encarga" Dijo la recepcioonista.
Ya en el elevador, no podía dejar de pensar, en el tremendo cambio de esta pequeña, dónde tenía guardado todo eso, es que se le veía tan sexy, que hasta al más tranquilo se le hubieran alborotado las hormonas.

Se abrieron las puertas del elevador y allí estaba ella de espaldas, no pude evitar recorrerla de pies a cabeza, deteniéndome y observando detalladamente, al final de la espalda. En ese momento ella se volteó, era imposible no apreciar como su cabello volaba de forma tan perfecta en el aire, me miró seductoramente dió un paso, poniendo se mano sobre mi pecho y a la vez recostándose sobre mi, dijo: "Hola, que bueno que ya estés por aquí. te extrañe tanto que por las noches no podía dormir sin antes tocarme pensando en ti" mientras frotaba su rodilla hacia arriba de mi pierna. traté de reaccionar, pero sólo pude entender el único mensaje que mi cerebro emitió: "Lo sentimos, el servicio no está disponible en este momento. Por favor contáctenos más tarde..." Impávido e inexpresivo, sólo la miré a los ojos y ella continuó. "Y dime, ¿me extrañaste?" terminó de decir eso me tomó por el cuello de la camisa, me jaló hacia ella, como si fuera yo un muñeco articulado y me besó. Fue el beso más apasionado que había sentido en mucho tiempo, estaba cargado de deseo, sexo, pasión y más. Me miró con esos dos ojos directamente a los mios, como lo hizo aquella vez, sentada en la heladería al costado del hotel. Me soltó sonrió malévolamente y entró al elevador.
Entré a mi habitación, me senté al borde de la cama y sólo atiné a hacer una cosa. Me reí a carcajadas.

jueves, 1 de abril de 2010

Capítulo 6 - Sueños mojados

Caminaba por la calle principal de San Abelardo, a unas cuadras del hotel, de pronto sentí un olor que reconocía pero que, a la vez, no comprendía. Siguiéndolo fue que me llevó hasta la tienda al frente del hotel, ¿qué hacia yo allí? la tienda era larga y oscura, al fondo de la misma se podían escuchar las voces de unas personas conversando muy amenamente. caminé hacia el interior muy cautelosamente, cuando sin previo aviso saltaron dos personas de entre una cortina y me tomaron por los brazos, no se por qué, pero el brazo izquierdo me dolía mucho.

Me sentaron en una silla de madera y se fueron, se encendió una luz roja encima de mi y escuché canción que me gusta mucho (para mayores referencias buscar: FLASHBACK - CALVIN HARRIS y disfrútenla mientras dura este relato) luego una luz amarilla se encendió, alumbrándo en frente a mi una pista de baile al estilo night club, con luces a los bordes y un tubo incluido.

De pronto me comencé a sentir en un poco más de confianza y esperaba que alguna camarera me diera un buen vaso de cerveza fría, (¿debo decir que esperaba que el uniforme de la camarera fuera lo más corto posible, que incluyera rabo y orejas de conejo?) Salió del fondo del escenario una hermosa muchacha, con mirada sensual y labios tan provocativos, que era imposible no caer rendido ante ellos, cabello del color del oro mismo, piel bronceada, pero a la vez tan bien cuidada ,que al ser iluminada por aquel reflejo amarillo, hacia que se vea cual fruto más provocativo de la cosecha, con curvas mortales, diria que era el tipo de chica de la cual si dejas tus instintos animales sueltos, te le arrojas encima sin preguntarle el nombre y quizas despues de satisfacerlos entables amistad con ella. Peor aun el vestuario no dejaba nada a la imaginación.
Me miró fijamente y comenzó a subir sus manos desde las caderas hasta sus pechos, sugiriendo con la lengua, suaves y lentos movimientos alrededor de sus labios, que esto era algo que disfruaba mucho. Comenzo a usar el tubo, a bailar deslizándose al ritmo de la canción, recorriendo cada centímetro del tubo con su cuerpo, dándole vueltas y disfrutándolo tanto o más que yo. era la mejor bailarina que habia visto antes, tan sensual, ardiente y apasionada.

En uno de esos movimientos ella, se paró frente al tubo y comenzó a dejarse caer agarrandóse de el mientras abria las piernas. Sentada en el piso se despojó de la parte superior de su diminuto vestuario, luego de otro movimiento le dió vueltas y en la última cayó de rodillas en el piso y fue allí que comenzó a gatear hacia mi, se despojó de la última parte que el quedaba de su vestuario.

Saltó hacia donde yo estaba sentado, y se posó encima mio, me abrió la camisa y me puso sus manos encima, con rápidos movimientos circulares podia sentir como entre ella y yo habia electricidad, la sensación me gustaba queria más, luego ella se levantó, me jaló al piso y se arrodilló a mi lado. Sentía que ella me daba pequeños y suaves mordiscos en el torso, conté seis para ser exacto, tres a cada lado. Sus manos recorrían mi cuerpo como tratando de cubrirme totalmente, no podía aguantar era la mejor sensación que habia experimentado antes, tenia los ojos cerrados, pero aun así se notaba como un haz de luz, no me interesó, yo necesitaba más esa sensación era cmo una droga, sentía como si casa terminal nerviosa de mi cuerpo fuera a tener un orgasmo y todas al mismo tiempo. Hasta que comence a percibir que sus manos subian por mis piernas como si quisieran llegar a hacerme alcanzar el cielo de un sólo toque, cada vez más rápido, cada segundo era un inmenso incremento de la carga que, nesecitaba el movimiento exacto de esas manos para ser liberada, entonces llegaron al punto donde me hicieron jadear de placer tanto que simplemente abrí los ojos, vi una luz muy intensa blanca....

Instintívamente me senté y con el poco aire que me quedaba, recobrando la razón, exclamé : "¿donde estoy?" me desplóme en la cama, cansado con la mirada perdida me quedé dormido.

Desperté y lo primero que ví, fue la etiqueta de la sábana "Ma C. A' Biag" levanté la mirada y le dije a la enfermera, si estas sábanas no eran demasiado caras, que esta diseñadora era muy exclusiva y su ropa muy cotizada en el mundo. Me miró y me dijo que casi habia muerto, que me había dado un pre infarto y que me habian tenido que resucitar con masajes, estuve entubado a un respirador artificial un dia entero y al final utilizaron un resucitador eléctrico conmigo. Sólo la miré inexpresivamente, entonces haciendo un gesto con la boca y moviedo de lado a lado la cabeza contestó, que esta diseñadora muy famosa habia hecho la donación de esas sábanas de seda al hospital como agradecimiento a la atención que se le brindó cuando estuvo iinternada alli. Me preguntó que como yo sabia de ella, que era raro que un hombre sepa de diseñadoras de modas y le contesté: "...sólo uso prendas diseñadas por ella, hasta mis ropa interior la compro en su tienda..."

jueves, 18 de marzo de 2010

Capítulo 5 - Accidente casi fatal

"...Rayos, que desastre es el que he hecho, debo limpiarlo..." me dije a mi mismo en voz alta. Fui al baño por una toalla mojada para limpiar las manchas que representaban lo que esta pequeña había logrado que ensucie en la alfombra de la habitación. Arrodillado frotando la alfombra, de manera monótona pensando en la nada absoluta, me di cuenta que estaba más tranquilo conmigo. "...¿Qué pasó acá? este no soy yo..." me levanté, tirando la toalla al piso, acodándome el pantalón abrí la puerta y salí, no paré hasta la calle, caminé poco a poco más y más rápido, hasta que en algún momento sin darme cuenta, estaba corriendo tan apresurado como si mi alma fuera a llevársela el diablo si paraba.
Sudaba a mares, el cansancio se sentía en mis piernas, pero el ímpetu descontrolado y sin razón de lo que no podía aun comprender era el motivo de que yo corriera como un caballo en una carrera.
No podía ver a mi alrededor, estaba "programado" para correr sin pensar, mi respiración se profundizaba cada vez más haciéndose esta difícil. Escuchaba voces, pero algo me desconectaba del entendimiento y hacia que no comprendiera que decían, de pronto algo llamó mi atención, en la puerta de una tienda de venta de televisores habían dos mujeres conversando de manera muy amena, una de ellas estaba agarrando de la mano a una jovencita que me miraba extrañada, todo esto muy bien hasta que de repente vi algo que inmediatamente hizo total efecto contrario a lo que me estaba pasando, esta jovencita se llevó a la boca un chupete de color rojo.
El miedo me embargó de pies a cabeza, podía sentir como mi cara se transformaba a una expresión de pavor increíble, mis brazos se agitaban al viento como dos banderas y mis pasos se volvieron torpes, hasta que me detuve.
"...¡HEY! muchacho, ¡CUIDADO!..." ese llamado me regresó a la realidad de inmediato, cuando reaccioné, sólo sentí un fuerte sonido y dos golpes casi instantáneos, uno en mi cuerpo y otro el de mi cara contra el suelo.

Mientras abría los ojos, iba escuchando: "... y bien, entonces es todo lo que nos puede decir de este sujeto?..."

"...Si oficial, no creo saber más de él, pero tan pronto se recupere, le avisaremos..." dijo una melodiosa voz femenina con un tono muy suave y sutil, mientras se escucho el cerrar de una puerta. Inmediatamente traté de levantarme he ingrata fue mi sorpresa al sentir un fuerte dolor que me obligó a desplomarme en la cama de nuevo. "... no, ni lo pienses, estás muy mal herido..."

giré la cabeza y allí estaba esa niña, acompañada de su madre. Rendido de tanto incomprendimiento pregunté "...¿tu?..." y la madre de esta jovencita contestó "... se preguntará que hace en un hospital y que hacemos nosotros en su habitación..." - La miré pensando si era cierto que estaba en un hospital, ya que hasta en ese entonces no me haba dado cuenta.



"...Mi hija vio cuando usted sufrió el accidente y me dijo que había sido muy amable con ella, en mi ausencia, por eso paramos a ayudarle, descuide por los gastos, ya está todo cubierto..."

Asenté la cabeza que era lo único que no me dolía y se retiró la señora. Quedó la pequeña y mirándome con cara de compasión y pena se acercó a mi diciendo: "...pobre, te debe haber dolido mucho, ¿no?..." cerré los ojos afirmando la respuesta y ella continuó hablándome mientras se acercaba más hasta llegar al borde de la cama "... y por lo que dice el médico, estarás bien en unos días, lo cual me alegra mucho ya que así podremos..." posando su mano por debajo de mi ombligo y llevándola en dirección sur, encima de la sábana, me dijo: "... podremos continuar..."

No podía creerlo, yo estaba al borde de la muerte, o por lo menos así me sentía y ella sólo pensaba en que yo mejorara para darle rienda suelta a sus bajos instintos.
Presioné el timbre de la camilla, sin que ella se diera cuenta y apareció la enfermera "... si señor ¿que necesita?..." contestó apresurada la niña: "...nada, debí ser yo accidentalmente..." se recostó por encima mio de forma transversal y con la mano derecha me frotó por encima de la sábana la hombría, con la izquierda jaló el cable del timbre "... lo siento mucho, enfermera..." entonces la uniformada mujer contestó "...bien niña, terminó la visita despídete y vámonos..."
Se bajó de la camilla, me sonrió y dijo "... te esperaré y de veras que ahora te gustará más lo que verás..." acompañó a la enfermera a la puerta de la habitación y salió con ella.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Capítulo 4 - Trampa fallida

Salí del hotel, crucé la pista directamente a la tienda de la esquina junto al puesto de periódicos "...una cajetilla de cigarrillos..."
"...¿qué marca?..."
"...Mrah, por favor..."
Caminé por la tienda como desesperado mientras el señor que atendía allí me despachaba la cajetilla, me miró raro. Salí prendiendo un cigarro con paso acelerado mirando al piso pensando en todo lo que habia sucedido, el sueño, su dedo, y lo del último momento en mi habitación.
Llegué a un parque, me senté en una de esas bancas verdes que alli habian y con media cajetilla menos volví a encender un cigarro más.
Estaba desesperado, si ¿hablaba con los padres de esta niña?, pues estos tal vez no me creerian, si me dejaba llevar por su juego podria meterme en graves problemas. No tenia opciones.
Regresé al hotel, tomé el elevador y allí me encontré con un joven de housekeeping*
"...Señor - me dijo este joven en voz baja - he notado que está teniendo algunas dificultades con la pequeña huésped de su piso..." quedé algo extrañado por lo que me dijo, "... ¿a qué te refieres?..." pregunté, queria saber por qué este joven habia dicho eso, seguro sabía algo.
Me dijo que esos incidentes ya habían sucedido con otros huéspedes cada vez que esta familia siempre se hospedaba, que generalmente era varias veces al año. Llegamos al piso y en la puerta de mi habitación habian dos mujeres empleadas del hotel, una era grande y robusta, de piel tan oscura como la noche misma "...Señó - me dijo - tenga uté mucho cuidau, esa niña e el demonio..." La otra mujer la tomó por el brazo y le dijo: "...¡Ay! ya basta Peta, de nuevo vas a comenzar con tus cosas demoniacas - y dirigiendose a mi, dijo: - Ciertamente joven, cuidese mucho, esa niña no está bien de la cabeza..." asenté la cabeza agradeciendo los cometarios y luego se retiraron.
Entré a mi habitación pensando, si esta niña tiene costumbre de incomodar así a los huespedes, pues yo le daría una lección que le quitaría las ganas de andar haciendo estas cosas.
Aguardé tras mi puerta, cautelósamente a que ella apareciera, para tenderle una trampa, de pronto escuché sus pasos he inmediatamente me hice el descuidado abriendo la puerta hasta el tope y me fui hacia la ventana de la habitación, como quien queria crear una corriente de aire. Abrí la ventana dejándome envolver por las cortinas "...hola - dijo ella - veo que ya no estás molesto como hace un rato..." la miré mientras me recostaba en la cama y le dije "... no descuida, sabes se me pasa rápido y más aun si tu eres una niña, los menores no saben lo que hacen, les falta mucho por aprender..." Furiosa me contestó "...¡NO SOY UNA NIÑA!.. - entrando a la habitación siguió - las niñas juegan con muñecas y hacen cosas de niñas, yo ya no..." Riendome, encendí otro cigarrillo luego de agarrar el periódico y abrirlo, haciéndome el desinteresado en lo que ella me decia y contesté: "... ¿a si? y tu entonces ¿con que juegas? o perdón verdad que tu eres ya una adulta, haces cosas de adultos, Ohh que madura eres..." Más que furiosa agarro mi cajetilla de cigarrillos que estaba encima de la cama y me miró diciendo "... veras que si lo soy..." sacó uno y lo prendió, poco fue lo qu pudo hacer al prenderlo ya que casi se ahogaba, entonces riendome burlonamente le dije: "...¡Uy! que adulta, mira no mas como sabe fumar..." levanté el periódico, que habia bajado un poco para mirarla y reí nuevamente más de forma burlona "... bueno niñita, mejor anda juega cons tus muñequitas y regresa cuando tengas la seguridad de que dices ser una mujer adulta..." pensando que con eso lograría hacerla sentir mal y hacer que se olvide de mi, me quedé en silencio. Tres segundos después sentí que de un salto ella se puso encima mio, me arrancó el periodico, pudo ella ver mi cara de sorpendido ante su actitud. me miró y me dijo con cara de deseo "...nunca más me vuelvas a hacer eso, ahora..." Impávido titubié: "... ¿Ahora qué?..."dije, atónito inmediatamente ella contestó habiendome sometido totalmente en la cama "...ahora es que quiero ser tuya..." y me besó con una pasión que nunca habia sentido antes, podria describirse como que era una pasión mezclada con inocencia y nerviosismo, pero que a la vez lo disfrutaba. yo estaba congelado, ni uno de mis músculos se movia, ni siquera los de mi cara "...bésame maldita sea, hazlo, ¡hazlo!..." tomándome por el cuello de mi camisa y golpeándome en el pecho "...¿qué pasa? es que acaso ¿no soy atractiva para ti?..." Tomó m mano derecha que estaba aferrada a la cama y la puso en su vientre, marcándole el camino hacia arriba, "...¡NO!..." grité yo y con la misma mano, la empuje hacia un lado de la cama, me levante, caminé rápido hacia la puerta y limpiándome la boca con el puño de la camisa le dije: "... esto no debió pasar nunca entendiste, ¡NUNCA!..." con casi lágrimas en los ojos me miró, se paró y salió corriendo de mi habitación. Aventé la puerta y cerré los ojos, en ese preciso instante se me vino a la mente ese momento en el que me miró con cara de deseo, podia aun sentir en mi mano su joven piel que me pedia ser tocada como objeto de mis más bajos instintos sin que esto la hiciera sentir mal, al contrario, era lo que ella deseaba. Abrí los ojos desesperado me puse a caminar por la habitación como loco, no sabia que hacer estaba entre excitado, confundido, mareado, preocupado pero el sentimiento que más gobernaba mi ser era el deseo... el deseo de tenerla entre mis brazos y que sea mia.
Tenía que acabar con esto que llenaba mi cabeza y me enfermaba, ese deseo me ponía muy mal, decidí acabar con eso, no podia seguir permitiendo que la necesidad de beberme su inexperiencia, de ser el causate del despertar de su carne, sabia que el sentimiento de culpa me mataría tarde o temprano. Entonces sólo cerre los ojos nuevamente y sin pensar, me masturbé.

(*Housekeeping: Personal de limpieza y mantenimiento de un hotel)

lunes, 15 de marzo de 2010

Capítulo 3 - Provocación excitatoria

Quedé algo pensativo de aquel incidente con esta niña, mientras me secaba sentado en la cama, pensaba ¿y si se ha enamorado de mi? O ¿si querer he despertado algún instinto sexual en ella? Había escuchado de varios casos de estos pero no creía posible que me pase a mí. Me vestí y baje al Lobby de nuevo quería ver si aun podría alcanzar la hora del desayuno, ya eran cerca a las 10 de la mañana y generalmente los hoteles sólo atienden desayunos hasta esa hora.
“…Dígame señorita – pregunté a la recepcionista – ¿aún está disponible el servicio de desayuno?...”
“…si señor, adelante, hare que le lleven la carta a su mesa…”
“… No,
- exclame pensativo - ¿podría tomarlo en la terraza? Es que, deseo ver televisión…”
“…¡claro!... póngase cómodo, de inmediato lo atenderán…”
Me adueñe del control remoto del gran televisor de la terraza y busqué en los canales de películas una buena comedia.
Ya hecho el pedido y a la espera de que me sirvieran el desayuno, encontré una buena película que había estado comenzada, pero que igual decidí ver. Riéndome a carcajadas escuche: “… veo que te gustan mucho las comedias…” giré la cabeza y otra vez, esa pequeña “…si, así es…” le contesté de manera algo descuidada y a decir verdad bastante déspota, pues me perturbó mucho aquel incidente de más temprano “…¿puedo?... - preguntó ella – A mi también me gustan mucho las comedias…” la mire con cara de molestia y dije enérgicamente “…¡no!... ve a jugar o mejor aun sube a tu habitación o ve a hacer algo que tengas que hacer, nos vemos…”
Pensando que con eso dejaría “fuera de acción” las intenciones de esa pequeña sabandija, regresé a ver la película y noté que ella se había ido.
Cuando el mozo llego puso otro lugar en la mesa, a lo que quedé extrañado, mas no le di mucha importancia por que en realidad la película era un clásico de aquellos que me gustan en comedia. De pronto regresó el mozo y puso una taza de café y un pan, adicional a mi pedido “…oiga joven – le pregunté – ¿y eso?...” y antes que el mozo contestara “… ¡es para mi! – dijo la niña y se sentó – me han dejado sola y mientras tanto he decidido reírme contigo…” casi mezclando el enfurecimiento con la calma obligatoria considerativa a una niña, le dije “ok, pequeña es hora que pongamos algunas cosas en claro, primero no soy tu amigo, para compartir la mesa contigo y segundo tampoco quiero compartir la mesa con nadie, ya fue demasiado lo de la mañana desde que me dijiste raro hasta lo que pasó en la puerta de mi habitación…”
Me miró con cara de casi llanto y entre dientes agachando la cabeza me dijo “… lo siento, yo sólo quería…” cortándola de manera brusca intervine “… tu siempre quieres, pues bien anda a querer hacer otra cosa, déjame en paz…” y ella se retiró.
Terminé mi desayuno y me dirigí a mi habitación, al salir del elevador, escuché unos sollozos que me alertaron de forma extraña y a la derecha en el pasadizo estaba esta pequeña niña en el suelo, aparentemente se había caído “…¿estas bien? – le pregunté algo temeroso – déjame que te ayude…” entonces ella dijo: “…¡no! Vete a tu habitación no necesito que tu me ayudes, yo puedo sola…” la miré algo extrañado y repliqué: “…¿en serio? ¿Y si te haz hecho alguna herida?... a lo mejor y prefieres que llame a alguien o en recepción podrán localizar a tus padres…” Amarga contestó: “… no mi mamá olvidó el celular y no se a donde ha ido, no hay como la ubiquen…” sintiéndome bastante mal por verla así en el piso con ese vestidito de muñeca plástica, insistí para ayudarla, la tome por el brazo y note que se había raspado la rodilla “… Ven yo tengo, alcohol y unas cuantas venditas que te pueden ayudar a curar ese raspón…” entramos a mi habitación, me aseguré de dejar la puerta abierta hasta el tope, le dije que se sentara al borde de la cama y que me esperara allí. Fui al baño y en una bolsa que siempre acostumbro cargar conmigo, con medicamentos de primeros auxilios, busqué el alcohol “…bien no eres alérgica a nada ¿verdad?...” saliendo del baño fue que le pregunté y girando su cabeza me dijo que no. Me arrodille, la tomé muy delicadamente por la pantorrilla y le apliqué el alcohol, pensé que le ardería y movería la pierna, pero muy valientemente ella aguantó, “… tu cama es muy grande… - dijo ella dejándose caer en la cama- y muy cómoda…” entonces se estiro allí recostada en la cama mientras yo seguí sosteniendo su pantorrilla, en silencio y serio. Al estirarse su vestido se fue levantado recorrido sus piernas hacia arriba como si fueran de seda, por poco hasta llegar a notar su ropa interior, luego se recostó, me miro, diciéndome: “… y ¿te gusta?...” yo estaba serio pero a la vez sudando, nervioso, no sabia cómo reaccionar… “...¡¿QUË?!...” grité asustado, soltándola de la pantorrilla y poniéndome de pié “…la cama…” mirando y poniendo una sonrisita malévola “…¿ah? Si, me gusta… mi, mi, mi cama – tratando de recomponerme – bueno ya es hora de que vayas a jugar, ¿no crees?... tu pierna ya esta lista…” con esa sonrisita que me había dejado dando vueltas dijo: “… pero ¿no me vas a poner las venditas?…” ¡DIABLOS! Esta mocosa me estaba provocando demasiado y ya me estaba comenzado a poner algo excitado, “…está bien pero te las pongo y luego te vas…” fui por la s venditas, me arrodillé de nuevo y se las pegué. Cuando estuve terminando de pegarle la última vendita, ella levantó su pierna derecha hacia atrás y comenzó a rascarse por encima de aquella rodilla, dejando que ese vestido blanco que usaba cayera hacia ella pudiendo dejar al descubierto su ropa interior. “…¡BASTA!..” exclamé y nuevamente me hice hacia atrás, entonces bajó ella su pierna muy lentamente rozando con sus dedos la piel de su pierna llegando hasta donde el vestido había caído, lo estiró mientras se levantaba y salió diciendo “… gracias, nunca un hombre me había tocado como tu…” Al borde del colapso grite: “…¡FUERA!...” – de un salto llegue a la puerta, la empuje y cerré. Me quedé parado atrás de la puerta agitado y desencajado.

jueves, 11 de marzo de 2010

Capítulo 2 - ¿Y si no hubiera bajado?

Ya en el baño no podía dejar de pensar en ese casual suceso, el rojo chupete.

Sentado al borde de la tina entibiando el agua, se perdió mi mirada sumergiéndose en un profundo pensamiento de entendimiento concluyente: ese sueño había sido una casualidad y nada más.

Me levanté, me quité la toalla y metí la mano bajo el grifo abierto de la mezcladora para desviar el agua hacia la regadera "...¡MIERDA! - Exclamé de un grito - ¿es que no hay agua fría en esta pocilga?..." Tomé una camiseta de mi maleta un pantalón holgado y baje a recepción. Ya en el elevador dentro de mi molestia y agarrándome la mano quemada, pensaba ¿por qué no había marcado a la operadora del hotel en vez de bajar? Llegué a lobby y me dirigí directo a recepción.

"...Señorita, es que ¿no hay agua fría? me acabo de quemar la mano, el agua sale demasiado caliente..." Ella me explicó que habían tenido un inconveniente con el agua y las bombas que trasladan esta a los tanques y que era sólo cuestión de dejar correr el agua para que se resuelva.

Seguía discutiendo con la recepcionista del hotel cuando escuché que a alguien me preguntó "... mmm oye, ¿te duele mucho?..." dentro de lo ofuzcado que estaba, ni siquiera vi a quien le contestaba "... ¡si! me arde la mano inclusive - contesté, volteando la mirada- y lo peor de todo es que..." ¡Oh por Dios! era esa pequeña, había sido una muda testigo de mi reclamo, desde los sillones del lobby del hotel y ahora me estaba hablando, quedé congelado. "...Señor, le repito ya hemos resuelto el problema, en nombre de la administración del hotel le pido mil disculpas por los inconvenientes, si hay algo que podamos hacer, tan sólo pidalo. El hotel...." Decía la recepcionista tratando de darme una solución compensatoria, pero en cambio yo estaba atónito, esa niña estaba frente a mi hablándome como si me conociera de toda la vida. Su mirada me sacó de la realidad, no sentía dolor en la mano, era como si me hubiera aislado para en tan contados segundos con su interrogante inocente, me hubiera curado de todo mal.

Tartamudeando, le respondí a la recepcionista que todo estaba bien y que dejaría los grifos corriendo para que salga el agua fría, retrocedí sin darle la espalda a esa niña, pues por todo mi cuerpo corria una sensación demasiado extraña de describir, ella en cambio, se quedó allí parada con cara de no emprenderlo que me sucedía, mientras inclinaba la cabeza ligeramente hacia su hombro izquierdo. "...oye, que raro te vez, ¿sabes?..." no pude dar ni un paso más atrás. Me reincorporé, la miré y le pregunté "...¿raro? ¿qué haz querido decir?..." me dejó perplejo, "... que eres raro, pues!..." se volteó y se fue a sentar donde había estado. Molesto, entre al elevador y subí a mi habitación.

Cerré la puerta, al entrar, me quité la camiseta mientras entraba al baño. En ese momento me di cuenta que había dejado los grifos abiertos y lo que había dicho la recepcionista era cierto, ya el agua salía no tan caliente. Con una pierna fuera del holgado pantalón escuché que golpearon mi puerta
"...¡Un momento! - grité tratando de volverme a meterdentro del pantalón que ya casi me había quitado - enseguida voy..." Al abrir la puerta tal fue mi sorpresa, era la niña que había subido a mi habitación.
"...Quera pedirte disculpas por decirte, en el lobby, que eras raro. No fue mi intención..."
"...Descuida pequeña, yo la verdad no se qué me paso, nunca suelo portarme de esa manera, pero el dolor en mi mano fue tal que..." mientras decía yo estas palabras ella me miraba el torso desnudo y lentamente acercó su dedo índice, tocándome casi por encima del ombligo y dejando resbalar su pequeño dedo
"... ¿Que haces?..." Exclamé con los ojos desorbitados
"... nada, lo siento, es que yo... yo... yo quería saber..."
"... ¿saber qué? ¿qué lograrías, saber tocándome?..."
Me miró con dos expresiones que compartían su rostro: el miedo y la satisfacción. Luego se volteó y se fue corriendo. Agaché la cabeza mirando hacia varios lados, cerré la puerta y caminé al baño, fue allí que me di cuenta de algo, estaba teniendo una erección.
Cerré el agua caliente y me bañe en agua fría.

domingo, 7 de marzo de 2010

Capítulo 1 - OJOS QUE ATORMENAN SUEÑOS

Después de darle algunas monedas al botones, cerré la puerta de la habitación y me quedé observándola, era grande y de buen tapíz en las paredes. Caminé lento hacia el baño abrí el grifo y me mojé la cara, después de hacer eso no comprendí aún qué me pasaba, hasta que como, quien lo hace con sumo cuidado por que se fuera a romper, cerré el grifo y me miré al espejo.

Soy una persona de casi 23 años que ha dejado toda una vida desastroza en el olvido, flaco cansado y con ojeras más resaltantes que las de un osos panda, debo hacer algo por mi vida y ahora. Me quité el sombrero que raramente no se me habia caido al lavabo, lo aventé en la vieja silla mecedora que habia al costado de la gran cama y reflexioné un poco más.

Cerré los ojos y alí estaban, eso dos hermosos ojos oscuros que me habian hecho detenerme al entrar al hotel, podia sentir como me recorrian saboriando como si fuera aquella paletilla, visualmente todo mi ser. ¡Esto no puede ser! Me levanté y fuí al bar del hotel.

Allí abajo pedí una cerveza, bebí y bebí hasta quedar casi inconciente, para mi desgracia.



Al despertar, la puerta de la habitación estaba entre abierta, casi junta al marco, pero se veia una sombra, tambaleandome me levanté y sentí como si alguien se hubiera ido raudamente para no ser visto - Espera - grité, mas no hizo caso, algo me quedo dando vueltas en la cabeza y fue una pequeña risa que habia escuchado junto con los acelerados pasos. Para cuando llegué a la puerta y salí al pasadizo entonces, alli la vi, era ella, esa pequeña niña de la heladeria.

Estaba junto a una señora de elegante presencia y vestido caro "... vamos hija, entra ya al elevador, que el chofer nos espera abajo, debemos ir a tus clases de danza..." Esta señora me miro con algo de desprecio típico de ese tipo de gente de alta sociedad. Quedé desconcertado, entré a mi habitación y me desplomé nuevamente en la cama, Tan sólo queria dormir y no pensar en nada.

De pronto, me recuerdo haberme visto vestido de blanco en una cama de seda, muy cómodo y alguien venia hacia mi, no podia verle la cara pero si veia que daba saltos como acercándose, llevaba algo rojo en la mano, parecia un pequeño chupete. Me aterró la idea de que fuera esa pequeña niña de la heladeria. Pero ¿Por qué ella? ¿Por qué estaba en un sueño asi? ¿Es esto una pesadilla? traté de salirme de esa cama, de ese sueño tan raramente aterrador, podia sentir angustia, desesperación hasta casi estaba sudando cual obrero de construcción en pleno jornal de medio día... ¡ALQUIEN SÁQUEME DE AQUÍ! de pronto escuché un fuerte golpeteo... "SEÑOR, SEÑOR... ya son las 7 de la mañana usted pidió que se le despertara a las 6, levántese o tendremos que entrar..." Me incorpore algo agitado, rápidamente abrí la puerta y le dije al joven del hotel que lo muchas gracias, y que disculpe los inconvenientes. Cuando este se fue, al cerrar la puerta la vi, pasaba justo sola por mi puerta con un chupete rojo como en el de mi sueño me miró y sonrió. ¿Qué carajo había pasado desde que me dormí?

Soy Peor

"...Bien muchacho, es aquí, camina de frente y llegarás a San Abelardo. el pueblo no esta muy lejos seran unos 15 minutos desde este punto de la carretera a pie..."
Bajé de aquel viejo Chevrolet, destartalado por los años, con alfalfa en la parte posterior como carga, levanté mi empolvado sombrero, miré el horizonte y me dispuse a caminar.
Iba hacia ese nuevo destino mio, en donde nadie me conocería, donde dejaría atrás mi vida pasada para empezar una nueva, no quería recordar de antes ya nada, quien habia sido ni en que me convertí, simplemente ahora sería alguien tranquilo, pacífico y bueno con el resto.
Entré al pueblo y caminé por la calle principal, hasta encontrar un hotel que aparentaba ser uno de aquellos que en sus tiempos de gloria y apogeo habían sido muy lujosos y visitados, al entrar, me detuve a medio paso dentro del lugar y moví ligeramente la cabeza a la derecha, terminé de darle encuentro a mi duda al mirar con el rabillo del ojo, lo que me habia detenido.
Habia una pequeña jovencita, de aproximadamente 15 años sentada comiento un helado en la banca que estaba en la heladeria al costado del hotel, tenia una mirada impactante, casi penetrante era como si con esos dos pequeños oscuros ojos quisiera decir algo. Tenia ella el helado en un recipiente de corcho blanco con el barquillo incrustado de lado, y en la otra mano la paletilla con la que se refrescaba a cada bocado, la cual parecia nunca salir de su pequeña boca, parecia tanto disfrutar a cada segundo que en la paletilla estaba. Fue la primera vez en mi vida que me habia sentido intimidado, cerré los ojos tomé aire y seguí con mi camino.
Pedí al recepcionista una habitación y mientras el volteaba a darme la llave y hablar con el botones, giré nuevamente la cabeza y alli estaba ella, la vi a travez del gran vidrio en la puerta del hotel, cuando subia a un gran y elegante auto, volteó ella como si supiera que la estuviera viendo, sonrio y subió al auto, entocnes sólo cerre nuevamente los ojos y baje la cabeza con el pensamiento en la nada absoluta, como quien estuviera avergonzado.
"¡SEÑOR!... suba ya a su habitación, el botones le esta esperando..."
"... ¿ah? ¿botones? ohh si claro... enseguida voy - conteste aturdido - es aquel el elevador ¿verdad?..."
"...¿Se siente ud. bien señor?..."
"...Si claro hijo, descuida es sólo el calor del dia..."