jueves, 18 de marzo de 2010

Capítulo 5 - Accidente casi fatal

"...Rayos, que desastre es el que he hecho, debo limpiarlo..." me dije a mi mismo en voz alta. Fui al baño por una toalla mojada para limpiar las manchas que representaban lo que esta pequeña había logrado que ensucie en la alfombra de la habitación. Arrodillado frotando la alfombra, de manera monótona pensando en la nada absoluta, me di cuenta que estaba más tranquilo conmigo. "...¿Qué pasó acá? este no soy yo..." me levanté, tirando la toalla al piso, acodándome el pantalón abrí la puerta y salí, no paré hasta la calle, caminé poco a poco más y más rápido, hasta que en algún momento sin darme cuenta, estaba corriendo tan apresurado como si mi alma fuera a llevársela el diablo si paraba.
Sudaba a mares, el cansancio se sentía en mis piernas, pero el ímpetu descontrolado y sin razón de lo que no podía aun comprender era el motivo de que yo corriera como un caballo en una carrera.
No podía ver a mi alrededor, estaba "programado" para correr sin pensar, mi respiración se profundizaba cada vez más haciéndose esta difícil. Escuchaba voces, pero algo me desconectaba del entendimiento y hacia que no comprendiera que decían, de pronto algo llamó mi atención, en la puerta de una tienda de venta de televisores habían dos mujeres conversando de manera muy amena, una de ellas estaba agarrando de la mano a una jovencita que me miraba extrañada, todo esto muy bien hasta que de repente vi algo que inmediatamente hizo total efecto contrario a lo que me estaba pasando, esta jovencita se llevó a la boca un chupete de color rojo.
El miedo me embargó de pies a cabeza, podía sentir como mi cara se transformaba a una expresión de pavor increíble, mis brazos se agitaban al viento como dos banderas y mis pasos se volvieron torpes, hasta que me detuve.
"...¡HEY! muchacho, ¡CUIDADO!..." ese llamado me regresó a la realidad de inmediato, cuando reaccioné, sólo sentí un fuerte sonido y dos golpes casi instantáneos, uno en mi cuerpo y otro el de mi cara contra el suelo.

Mientras abría los ojos, iba escuchando: "... y bien, entonces es todo lo que nos puede decir de este sujeto?..."

"...Si oficial, no creo saber más de él, pero tan pronto se recupere, le avisaremos..." dijo una melodiosa voz femenina con un tono muy suave y sutil, mientras se escucho el cerrar de una puerta. Inmediatamente traté de levantarme he ingrata fue mi sorpresa al sentir un fuerte dolor que me obligó a desplomarme en la cama de nuevo. "... no, ni lo pienses, estás muy mal herido..."

giré la cabeza y allí estaba esa niña, acompañada de su madre. Rendido de tanto incomprendimiento pregunté "...¿tu?..." y la madre de esta jovencita contestó "... se preguntará que hace en un hospital y que hacemos nosotros en su habitación..." - La miré pensando si era cierto que estaba en un hospital, ya que hasta en ese entonces no me haba dado cuenta.



"...Mi hija vio cuando usted sufrió el accidente y me dijo que había sido muy amable con ella, en mi ausencia, por eso paramos a ayudarle, descuide por los gastos, ya está todo cubierto..."

Asenté la cabeza que era lo único que no me dolía y se retiró la señora. Quedó la pequeña y mirándome con cara de compasión y pena se acercó a mi diciendo: "...pobre, te debe haber dolido mucho, ¿no?..." cerré los ojos afirmando la respuesta y ella continuó hablándome mientras se acercaba más hasta llegar al borde de la cama "... y por lo que dice el médico, estarás bien en unos días, lo cual me alegra mucho ya que así podremos..." posando su mano por debajo de mi ombligo y llevándola en dirección sur, encima de la sábana, me dijo: "... podremos continuar..."

No podía creerlo, yo estaba al borde de la muerte, o por lo menos así me sentía y ella sólo pensaba en que yo mejorara para darle rienda suelta a sus bajos instintos.
Presioné el timbre de la camilla, sin que ella se diera cuenta y apareció la enfermera "... si señor ¿que necesita?..." contestó apresurada la niña: "...nada, debí ser yo accidentalmente..." se recostó por encima mio de forma transversal y con la mano derecha me frotó por encima de la sábana la hombría, con la izquierda jaló el cable del timbre "... lo siento mucho, enfermera..." entonces la uniformada mujer contestó "...bien niña, terminó la visita despídete y vámonos..."
Se bajó de la camilla, me sonrió y dijo "... te esperaré y de veras que ahora te gustará más lo que verás..." acompañó a la enfermera a la puerta de la habitación y salió con ella.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Capítulo 4 - Trampa fallida

Salí del hotel, crucé la pista directamente a la tienda de la esquina junto al puesto de periódicos "...una cajetilla de cigarrillos..."
"...¿qué marca?..."
"...Mrah, por favor..."
Caminé por la tienda como desesperado mientras el señor que atendía allí me despachaba la cajetilla, me miró raro. Salí prendiendo un cigarro con paso acelerado mirando al piso pensando en todo lo que habia sucedido, el sueño, su dedo, y lo del último momento en mi habitación.
Llegué a un parque, me senté en una de esas bancas verdes que alli habian y con media cajetilla menos volví a encender un cigarro más.
Estaba desesperado, si ¿hablaba con los padres de esta niña?, pues estos tal vez no me creerian, si me dejaba llevar por su juego podria meterme en graves problemas. No tenia opciones.
Regresé al hotel, tomé el elevador y allí me encontré con un joven de housekeeping*
"...Señor - me dijo este joven en voz baja - he notado que está teniendo algunas dificultades con la pequeña huésped de su piso..." quedé algo extrañado por lo que me dijo, "... ¿a qué te refieres?..." pregunté, queria saber por qué este joven habia dicho eso, seguro sabía algo.
Me dijo que esos incidentes ya habían sucedido con otros huéspedes cada vez que esta familia siempre se hospedaba, que generalmente era varias veces al año. Llegamos al piso y en la puerta de mi habitación habian dos mujeres empleadas del hotel, una era grande y robusta, de piel tan oscura como la noche misma "...Señó - me dijo - tenga uté mucho cuidau, esa niña e el demonio..." La otra mujer la tomó por el brazo y le dijo: "...¡Ay! ya basta Peta, de nuevo vas a comenzar con tus cosas demoniacas - y dirigiendose a mi, dijo: - Ciertamente joven, cuidese mucho, esa niña no está bien de la cabeza..." asenté la cabeza agradeciendo los cometarios y luego se retiraron.
Entré a mi habitación pensando, si esta niña tiene costumbre de incomodar así a los huespedes, pues yo le daría una lección que le quitaría las ganas de andar haciendo estas cosas.
Aguardé tras mi puerta, cautelósamente a que ella apareciera, para tenderle una trampa, de pronto escuché sus pasos he inmediatamente me hice el descuidado abriendo la puerta hasta el tope y me fui hacia la ventana de la habitación, como quien queria crear una corriente de aire. Abrí la ventana dejándome envolver por las cortinas "...hola - dijo ella - veo que ya no estás molesto como hace un rato..." la miré mientras me recostaba en la cama y le dije "... no descuida, sabes se me pasa rápido y más aun si tu eres una niña, los menores no saben lo que hacen, les falta mucho por aprender..." Furiosa me contestó "...¡NO SOY UNA NIÑA!.. - entrando a la habitación siguió - las niñas juegan con muñecas y hacen cosas de niñas, yo ya no..." Riendome, encendí otro cigarrillo luego de agarrar el periódico y abrirlo, haciéndome el desinteresado en lo que ella me decia y contesté: "... ¿a si? y tu entonces ¿con que juegas? o perdón verdad que tu eres ya una adulta, haces cosas de adultos, Ohh que madura eres..." Más que furiosa agarro mi cajetilla de cigarrillos que estaba encima de la cama y me miró diciendo "... veras que si lo soy..." sacó uno y lo prendió, poco fue lo qu pudo hacer al prenderlo ya que casi se ahogaba, entonces riendome burlonamente le dije: "...¡Uy! que adulta, mira no mas como sabe fumar..." levanté el periódico, que habia bajado un poco para mirarla y reí nuevamente más de forma burlona "... bueno niñita, mejor anda juega cons tus muñequitas y regresa cuando tengas la seguridad de que dices ser una mujer adulta..." pensando que con eso lograría hacerla sentir mal y hacer que se olvide de mi, me quedé en silencio. Tres segundos después sentí que de un salto ella se puso encima mio, me arrancó el periodico, pudo ella ver mi cara de sorpendido ante su actitud. me miró y me dijo con cara de deseo "...nunca más me vuelvas a hacer eso, ahora..." Impávido titubié: "... ¿Ahora qué?..."dije, atónito inmediatamente ella contestó habiendome sometido totalmente en la cama "...ahora es que quiero ser tuya..." y me besó con una pasión que nunca habia sentido antes, podria describirse como que era una pasión mezclada con inocencia y nerviosismo, pero que a la vez lo disfrutaba. yo estaba congelado, ni uno de mis músculos se movia, ni siquera los de mi cara "...bésame maldita sea, hazlo, ¡hazlo!..." tomándome por el cuello de mi camisa y golpeándome en el pecho "...¿qué pasa? es que acaso ¿no soy atractiva para ti?..." Tomó m mano derecha que estaba aferrada a la cama y la puso en su vientre, marcándole el camino hacia arriba, "...¡NO!..." grité yo y con la misma mano, la empuje hacia un lado de la cama, me levante, caminé rápido hacia la puerta y limpiándome la boca con el puño de la camisa le dije: "... esto no debió pasar nunca entendiste, ¡NUNCA!..." con casi lágrimas en los ojos me miró, se paró y salió corriendo de mi habitación. Aventé la puerta y cerré los ojos, en ese preciso instante se me vino a la mente ese momento en el que me miró con cara de deseo, podia aun sentir en mi mano su joven piel que me pedia ser tocada como objeto de mis más bajos instintos sin que esto la hiciera sentir mal, al contrario, era lo que ella deseaba. Abrí los ojos desesperado me puse a caminar por la habitación como loco, no sabia que hacer estaba entre excitado, confundido, mareado, preocupado pero el sentimiento que más gobernaba mi ser era el deseo... el deseo de tenerla entre mis brazos y que sea mia.
Tenía que acabar con esto que llenaba mi cabeza y me enfermaba, ese deseo me ponía muy mal, decidí acabar con eso, no podia seguir permitiendo que la necesidad de beberme su inexperiencia, de ser el causate del despertar de su carne, sabia que el sentimiento de culpa me mataría tarde o temprano. Entonces sólo cerre los ojos nuevamente y sin pensar, me masturbé.

(*Housekeeping: Personal de limpieza y mantenimiento de un hotel)

lunes, 15 de marzo de 2010

Capítulo 3 - Provocación excitatoria

Quedé algo pensativo de aquel incidente con esta niña, mientras me secaba sentado en la cama, pensaba ¿y si se ha enamorado de mi? O ¿si querer he despertado algún instinto sexual en ella? Había escuchado de varios casos de estos pero no creía posible que me pase a mí. Me vestí y baje al Lobby de nuevo quería ver si aun podría alcanzar la hora del desayuno, ya eran cerca a las 10 de la mañana y generalmente los hoteles sólo atienden desayunos hasta esa hora.
“…Dígame señorita – pregunté a la recepcionista – ¿aún está disponible el servicio de desayuno?...”
“…si señor, adelante, hare que le lleven la carta a su mesa…”
“… No,
- exclame pensativo - ¿podría tomarlo en la terraza? Es que, deseo ver televisión…”
“…¡claro!... póngase cómodo, de inmediato lo atenderán…”
Me adueñe del control remoto del gran televisor de la terraza y busqué en los canales de películas una buena comedia.
Ya hecho el pedido y a la espera de que me sirvieran el desayuno, encontré una buena película que había estado comenzada, pero que igual decidí ver. Riéndome a carcajadas escuche: “… veo que te gustan mucho las comedias…” giré la cabeza y otra vez, esa pequeña “…si, así es…” le contesté de manera algo descuidada y a decir verdad bastante déspota, pues me perturbó mucho aquel incidente de más temprano “…¿puedo?... - preguntó ella – A mi también me gustan mucho las comedias…” la mire con cara de molestia y dije enérgicamente “…¡no!... ve a jugar o mejor aun sube a tu habitación o ve a hacer algo que tengas que hacer, nos vemos…”
Pensando que con eso dejaría “fuera de acción” las intenciones de esa pequeña sabandija, regresé a ver la película y noté que ella se había ido.
Cuando el mozo llego puso otro lugar en la mesa, a lo que quedé extrañado, mas no le di mucha importancia por que en realidad la película era un clásico de aquellos que me gustan en comedia. De pronto regresó el mozo y puso una taza de café y un pan, adicional a mi pedido “…oiga joven – le pregunté – ¿y eso?...” y antes que el mozo contestara “… ¡es para mi! – dijo la niña y se sentó – me han dejado sola y mientras tanto he decidido reírme contigo…” casi mezclando el enfurecimiento con la calma obligatoria considerativa a una niña, le dije “ok, pequeña es hora que pongamos algunas cosas en claro, primero no soy tu amigo, para compartir la mesa contigo y segundo tampoco quiero compartir la mesa con nadie, ya fue demasiado lo de la mañana desde que me dijiste raro hasta lo que pasó en la puerta de mi habitación…”
Me miró con cara de casi llanto y entre dientes agachando la cabeza me dijo “… lo siento, yo sólo quería…” cortándola de manera brusca intervine “… tu siempre quieres, pues bien anda a querer hacer otra cosa, déjame en paz…” y ella se retiró.
Terminé mi desayuno y me dirigí a mi habitación, al salir del elevador, escuché unos sollozos que me alertaron de forma extraña y a la derecha en el pasadizo estaba esta pequeña niña en el suelo, aparentemente se había caído “…¿estas bien? – le pregunté algo temeroso – déjame que te ayude…” entonces ella dijo: “…¡no! Vete a tu habitación no necesito que tu me ayudes, yo puedo sola…” la miré algo extrañado y repliqué: “…¿en serio? ¿Y si te haz hecho alguna herida?... a lo mejor y prefieres que llame a alguien o en recepción podrán localizar a tus padres…” Amarga contestó: “… no mi mamá olvidó el celular y no se a donde ha ido, no hay como la ubiquen…” sintiéndome bastante mal por verla así en el piso con ese vestidito de muñeca plástica, insistí para ayudarla, la tome por el brazo y note que se había raspado la rodilla “… Ven yo tengo, alcohol y unas cuantas venditas que te pueden ayudar a curar ese raspón…” entramos a mi habitación, me aseguré de dejar la puerta abierta hasta el tope, le dije que se sentara al borde de la cama y que me esperara allí. Fui al baño y en una bolsa que siempre acostumbro cargar conmigo, con medicamentos de primeros auxilios, busqué el alcohol “…bien no eres alérgica a nada ¿verdad?...” saliendo del baño fue que le pregunté y girando su cabeza me dijo que no. Me arrodille, la tomé muy delicadamente por la pantorrilla y le apliqué el alcohol, pensé que le ardería y movería la pierna, pero muy valientemente ella aguantó, “… tu cama es muy grande… - dijo ella dejándose caer en la cama- y muy cómoda…” entonces se estiro allí recostada en la cama mientras yo seguí sosteniendo su pantorrilla, en silencio y serio. Al estirarse su vestido se fue levantado recorrido sus piernas hacia arriba como si fueran de seda, por poco hasta llegar a notar su ropa interior, luego se recostó, me miro, diciéndome: “… y ¿te gusta?...” yo estaba serio pero a la vez sudando, nervioso, no sabia cómo reaccionar… “...¡¿QUË?!...” grité asustado, soltándola de la pantorrilla y poniéndome de pié “…la cama…” mirando y poniendo una sonrisita malévola “…¿ah? Si, me gusta… mi, mi, mi cama – tratando de recomponerme – bueno ya es hora de que vayas a jugar, ¿no crees?... tu pierna ya esta lista…” con esa sonrisita que me había dejado dando vueltas dijo: “… pero ¿no me vas a poner las venditas?…” ¡DIABLOS! Esta mocosa me estaba provocando demasiado y ya me estaba comenzado a poner algo excitado, “…está bien pero te las pongo y luego te vas…” fui por la s venditas, me arrodillé de nuevo y se las pegué. Cuando estuve terminando de pegarle la última vendita, ella levantó su pierna derecha hacia atrás y comenzó a rascarse por encima de aquella rodilla, dejando que ese vestido blanco que usaba cayera hacia ella pudiendo dejar al descubierto su ropa interior. “…¡BASTA!..” exclamé y nuevamente me hice hacia atrás, entonces bajó ella su pierna muy lentamente rozando con sus dedos la piel de su pierna llegando hasta donde el vestido había caído, lo estiró mientras se levantaba y salió diciendo “… gracias, nunca un hombre me había tocado como tu…” Al borde del colapso grite: “…¡FUERA!...” – de un salto llegue a la puerta, la empuje y cerré. Me quedé parado atrás de la puerta agitado y desencajado.

jueves, 11 de marzo de 2010

Capítulo 2 - ¿Y si no hubiera bajado?

Ya en el baño no podía dejar de pensar en ese casual suceso, el rojo chupete.

Sentado al borde de la tina entibiando el agua, se perdió mi mirada sumergiéndose en un profundo pensamiento de entendimiento concluyente: ese sueño había sido una casualidad y nada más.

Me levanté, me quité la toalla y metí la mano bajo el grifo abierto de la mezcladora para desviar el agua hacia la regadera "...¡MIERDA! - Exclamé de un grito - ¿es que no hay agua fría en esta pocilga?..." Tomé una camiseta de mi maleta un pantalón holgado y baje a recepción. Ya en el elevador dentro de mi molestia y agarrándome la mano quemada, pensaba ¿por qué no había marcado a la operadora del hotel en vez de bajar? Llegué a lobby y me dirigí directo a recepción.

"...Señorita, es que ¿no hay agua fría? me acabo de quemar la mano, el agua sale demasiado caliente..." Ella me explicó que habían tenido un inconveniente con el agua y las bombas que trasladan esta a los tanques y que era sólo cuestión de dejar correr el agua para que se resuelva.

Seguía discutiendo con la recepcionista del hotel cuando escuché que a alguien me preguntó "... mmm oye, ¿te duele mucho?..." dentro de lo ofuzcado que estaba, ni siquiera vi a quien le contestaba "... ¡si! me arde la mano inclusive - contesté, volteando la mirada- y lo peor de todo es que..." ¡Oh por Dios! era esa pequeña, había sido una muda testigo de mi reclamo, desde los sillones del lobby del hotel y ahora me estaba hablando, quedé congelado. "...Señor, le repito ya hemos resuelto el problema, en nombre de la administración del hotel le pido mil disculpas por los inconvenientes, si hay algo que podamos hacer, tan sólo pidalo. El hotel...." Decía la recepcionista tratando de darme una solución compensatoria, pero en cambio yo estaba atónito, esa niña estaba frente a mi hablándome como si me conociera de toda la vida. Su mirada me sacó de la realidad, no sentía dolor en la mano, era como si me hubiera aislado para en tan contados segundos con su interrogante inocente, me hubiera curado de todo mal.

Tartamudeando, le respondí a la recepcionista que todo estaba bien y que dejaría los grifos corriendo para que salga el agua fría, retrocedí sin darle la espalda a esa niña, pues por todo mi cuerpo corria una sensación demasiado extraña de describir, ella en cambio, se quedó allí parada con cara de no emprenderlo que me sucedía, mientras inclinaba la cabeza ligeramente hacia su hombro izquierdo. "...oye, que raro te vez, ¿sabes?..." no pude dar ni un paso más atrás. Me reincorporé, la miré y le pregunté "...¿raro? ¿qué haz querido decir?..." me dejó perplejo, "... que eres raro, pues!..." se volteó y se fue a sentar donde había estado. Molesto, entre al elevador y subí a mi habitación.

Cerré la puerta, al entrar, me quité la camiseta mientras entraba al baño. En ese momento me di cuenta que había dejado los grifos abiertos y lo que había dicho la recepcionista era cierto, ya el agua salía no tan caliente. Con una pierna fuera del holgado pantalón escuché que golpearon mi puerta
"...¡Un momento! - grité tratando de volverme a meterdentro del pantalón que ya casi me había quitado - enseguida voy..." Al abrir la puerta tal fue mi sorpresa, era la niña que había subido a mi habitación.
"...Quera pedirte disculpas por decirte, en el lobby, que eras raro. No fue mi intención..."
"...Descuida pequeña, yo la verdad no se qué me paso, nunca suelo portarme de esa manera, pero el dolor en mi mano fue tal que..." mientras decía yo estas palabras ella me miraba el torso desnudo y lentamente acercó su dedo índice, tocándome casi por encima del ombligo y dejando resbalar su pequeño dedo
"... ¿Que haces?..." Exclamé con los ojos desorbitados
"... nada, lo siento, es que yo... yo... yo quería saber..."
"... ¿saber qué? ¿qué lograrías, saber tocándome?..."
Me miró con dos expresiones que compartían su rostro: el miedo y la satisfacción. Luego se volteó y se fue corriendo. Agaché la cabeza mirando hacia varios lados, cerré la puerta y caminé al baño, fue allí que me di cuenta de algo, estaba teniendo una erección.
Cerré el agua caliente y me bañe en agua fría.

domingo, 7 de marzo de 2010

Capítulo 1 - OJOS QUE ATORMENAN SUEÑOS

Después de darle algunas monedas al botones, cerré la puerta de la habitación y me quedé observándola, era grande y de buen tapíz en las paredes. Caminé lento hacia el baño abrí el grifo y me mojé la cara, después de hacer eso no comprendí aún qué me pasaba, hasta que como, quien lo hace con sumo cuidado por que se fuera a romper, cerré el grifo y me miré al espejo.

Soy una persona de casi 23 años que ha dejado toda una vida desastroza en el olvido, flaco cansado y con ojeras más resaltantes que las de un osos panda, debo hacer algo por mi vida y ahora. Me quité el sombrero que raramente no se me habia caido al lavabo, lo aventé en la vieja silla mecedora que habia al costado de la gran cama y reflexioné un poco más.

Cerré los ojos y alí estaban, eso dos hermosos ojos oscuros que me habian hecho detenerme al entrar al hotel, podia sentir como me recorrian saboriando como si fuera aquella paletilla, visualmente todo mi ser. ¡Esto no puede ser! Me levanté y fuí al bar del hotel.

Allí abajo pedí una cerveza, bebí y bebí hasta quedar casi inconciente, para mi desgracia.



Al despertar, la puerta de la habitación estaba entre abierta, casi junta al marco, pero se veia una sombra, tambaleandome me levanté y sentí como si alguien se hubiera ido raudamente para no ser visto - Espera - grité, mas no hizo caso, algo me quedo dando vueltas en la cabeza y fue una pequeña risa que habia escuchado junto con los acelerados pasos. Para cuando llegué a la puerta y salí al pasadizo entonces, alli la vi, era ella, esa pequeña niña de la heladeria.

Estaba junto a una señora de elegante presencia y vestido caro "... vamos hija, entra ya al elevador, que el chofer nos espera abajo, debemos ir a tus clases de danza..." Esta señora me miro con algo de desprecio típico de ese tipo de gente de alta sociedad. Quedé desconcertado, entré a mi habitación y me desplomé nuevamente en la cama, Tan sólo queria dormir y no pensar en nada.

De pronto, me recuerdo haberme visto vestido de blanco en una cama de seda, muy cómodo y alguien venia hacia mi, no podia verle la cara pero si veia que daba saltos como acercándose, llevaba algo rojo en la mano, parecia un pequeño chupete. Me aterró la idea de que fuera esa pequeña niña de la heladeria. Pero ¿Por qué ella? ¿Por qué estaba en un sueño asi? ¿Es esto una pesadilla? traté de salirme de esa cama, de ese sueño tan raramente aterrador, podia sentir angustia, desesperación hasta casi estaba sudando cual obrero de construcción en pleno jornal de medio día... ¡ALQUIEN SÁQUEME DE AQUÍ! de pronto escuché un fuerte golpeteo... "SEÑOR, SEÑOR... ya son las 7 de la mañana usted pidió que se le despertara a las 6, levántese o tendremos que entrar..." Me incorpore algo agitado, rápidamente abrí la puerta y le dije al joven del hotel que lo muchas gracias, y que disculpe los inconvenientes. Cuando este se fue, al cerrar la puerta la vi, pasaba justo sola por mi puerta con un chupete rojo como en el de mi sueño me miró y sonrió. ¿Qué carajo había pasado desde que me dormí?

Soy Peor

"...Bien muchacho, es aquí, camina de frente y llegarás a San Abelardo. el pueblo no esta muy lejos seran unos 15 minutos desde este punto de la carretera a pie..."
Bajé de aquel viejo Chevrolet, destartalado por los años, con alfalfa en la parte posterior como carga, levanté mi empolvado sombrero, miré el horizonte y me dispuse a caminar.
Iba hacia ese nuevo destino mio, en donde nadie me conocería, donde dejaría atrás mi vida pasada para empezar una nueva, no quería recordar de antes ya nada, quien habia sido ni en que me convertí, simplemente ahora sería alguien tranquilo, pacífico y bueno con el resto.
Entré al pueblo y caminé por la calle principal, hasta encontrar un hotel que aparentaba ser uno de aquellos que en sus tiempos de gloria y apogeo habían sido muy lujosos y visitados, al entrar, me detuve a medio paso dentro del lugar y moví ligeramente la cabeza a la derecha, terminé de darle encuentro a mi duda al mirar con el rabillo del ojo, lo que me habia detenido.
Habia una pequeña jovencita, de aproximadamente 15 años sentada comiento un helado en la banca que estaba en la heladeria al costado del hotel, tenia una mirada impactante, casi penetrante era como si con esos dos pequeños oscuros ojos quisiera decir algo. Tenia ella el helado en un recipiente de corcho blanco con el barquillo incrustado de lado, y en la otra mano la paletilla con la que se refrescaba a cada bocado, la cual parecia nunca salir de su pequeña boca, parecia tanto disfrutar a cada segundo que en la paletilla estaba. Fue la primera vez en mi vida que me habia sentido intimidado, cerré los ojos tomé aire y seguí con mi camino.
Pedí al recepcionista una habitación y mientras el volteaba a darme la llave y hablar con el botones, giré nuevamente la cabeza y alli estaba ella, la vi a travez del gran vidrio en la puerta del hotel, cuando subia a un gran y elegante auto, volteó ella como si supiera que la estuviera viendo, sonrio y subió al auto, entocnes sólo cerre nuevamente los ojos y baje la cabeza con el pensamiento en la nada absoluta, como quien estuviera avergonzado.
"¡SEÑOR!... suba ya a su habitación, el botones le esta esperando..."
"... ¿ah? ¿botones? ohh si claro... enseguida voy - conteste aturdido - es aquel el elevador ¿verdad?..."
"...¿Se siente ud. bien señor?..."
"...Si claro hijo, descuida es sólo el calor del dia..."