lunes, 15 de marzo de 2010

Capítulo 3 - Provocación excitatoria

Quedé algo pensativo de aquel incidente con esta niña, mientras me secaba sentado en la cama, pensaba ¿y si se ha enamorado de mi? O ¿si querer he despertado algún instinto sexual en ella? Había escuchado de varios casos de estos pero no creía posible que me pase a mí. Me vestí y baje al Lobby de nuevo quería ver si aun podría alcanzar la hora del desayuno, ya eran cerca a las 10 de la mañana y generalmente los hoteles sólo atienden desayunos hasta esa hora.
“…Dígame señorita – pregunté a la recepcionista – ¿aún está disponible el servicio de desayuno?...”
“…si señor, adelante, hare que le lleven la carta a su mesa…”
“… No,
- exclame pensativo - ¿podría tomarlo en la terraza? Es que, deseo ver televisión…”
“…¡claro!... póngase cómodo, de inmediato lo atenderán…”
Me adueñe del control remoto del gran televisor de la terraza y busqué en los canales de películas una buena comedia.
Ya hecho el pedido y a la espera de que me sirvieran el desayuno, encontré una buena película que había estado comenzada, pero que igual decidí ver. Riéndome a carcajadas escuche: “… veo que te gustan mucho las comedias…” giré la cabeza y otra vez, esa pequeña “…si, así es…” le contesté de manera algo descuidada y a decir verdad bastante déspota, pues me perturbó mucho aquel incidente de más temprano “…¿puedo?... - preguntó ella – A mi también me gustan mucho las comedias…” la mire con cara de molestia y dije enérgicamente “…¡no!... ve a jugar o mejor aun sube a tu habitación o ve a hacer algo que tengas que hacer, nos vemos…”
Pensando que con eso dejaría “fuera de acción” las intenciones de esa pequeña sabandija, regresé a ver la película y noté que ella se había ido.
Cuando el mozo llego puso otro lugar en la mesa, a lo que quedé extrañado, mas no le di mucha importancia por que en realidad la película era un clásico de aquellos que me gustan en comedia. De pronto regresó el mozo y puso una taza de café y un pan, adicional a mi pedido “…oiga joven – le pregunté – ¿y eso?...” y antes que el mozo contestara “… ¡es para mi! – dijo la niña y se sentó – me han dejado sola y mientras tanto he decidido reírme contigo…” casi mezclando el enfurecimiento con la calma obligatoria considerativa a una niña, le dije “ok, pequeña es hora que pongamos algunas cosas en claro, primero no soy tu amigo, para compartir la mesa contigo y segundo tampoco quiero compartir la mesa con nadie, ya fue demasiado lo de la mañana desde que me dijiste raro hasta lo que pasó en la puerta de mi habitación…”
Me miró con cara de casi llanto y entre dientes agachando la cabeza me dijo “… lo siento, yo sólo quería…” cortándola de manera brusca intervine “… tu siempre quieres, pues bien anda a querer hacer otra cosa, déjame en paz…” y ella se retiró.
Terminé mi desayuno y me dirigí a mi habitación, al salir del elevador, escuché unos sollozos que me alertaron de forma extraña y a la derecha en el pasadizo estaba esta pequeña niña en el suelo, aparentemente se había caído “…¿estas bien? – le pregunté algo temeroso – déjame que te ayude…” entonces ella dijo: “…¡no! Vete a tu habitación no necesito que tu me ayudes, yo puedo sola…” la miré algo extrañado y repliqué: “…¿en serio? ¿Y si te haz hecho alguna herida?... a lo mejor y prefieres que llame a alguien o en recepción podrán localizar a tus padres…” Amarga contestó: “… no mi mamá olvidó el celular y no se a donde ha ido, no hay como la ubiquen…” sintiéndome bastante mal por verla así en el piso con ese vestidito de muñeca plástica, insistí para ayudarla, la tome por el brazo y note que se había raspado la rodilla “… Ven yo tengo, alcohol y unas cuantas venditas que te pueden ayudar a curar ese raspón…” entramos a mi habitación, me aseguré de dejar la puerta abierta hasta el tope, le dije que se sentara al borde de la cama y que me esperara allí. Fui al baño y en una bolsa que siempre acostumbro cargar conmigo, con medicamentos de primeros auxilios, busqué el alcohol “…bien no eres alérgica a nada ¿verdad?...” saliendo del baño fue que le pregunté y girando su cabeza me dijo que no. Me arrodille, la tomé muy delicadamente por la pantorrilla y le apliqué el alcohol, pensé que le ardería y movería la pierna, pero muy valientemente ella aguantó, “… tu cama es muy grande… - dijo ella dejándose caer en la cama- y muy cómoda…” entonces se estiro allí recostada en la cama mientras yo seguí sosteniendo su pantorrilla, en silencio y serio. Al estirarse su vestido se fue levantado recorrido sus piernas hacia arriba como si fueran de seda, por poco hasta llegar a notar su ropa interior, luego se recostó, me miro, diciéndome: “… y ¿te gusta?...” yo estaba serio pero a la vez sudando, nervioso, no sabia cómo reaccionar… “...¡¿QUË?!...” grité asustado, soltándola de la pantorrilla y poniéndome de pié “…la cama…” mirando y poniendo una sonrisita malévola “…¿ah? Si, me gusta… mi, mi, mi cama – tratando de recomponerme – bueno ya es hora de que vayas a jugar, ¿no crees?... tu pierna ya esta lista…” con esa sonrisita que me había dejado dando vueltas dijo: “… pero ¿no me vas a poner las venditas?…” ¡DIABLOS! Esta mocosa me estaba provocando demasiado y ya me estaba comenzado a poner algo excitado, “…está bien pero te las pongo y luego te vas…” fui por la s venditas, me arrodillé de nuevo y se las pegué. Cuando estuve terminando de pegarle la última vendita, ella levantó su pierna derecha hacia atrás y comenzó a rascarse por encima de aquella rodilla, dejando que ese vestido blanco que usaba cayera hacia ella pudiendo dejar al descubierto su ropa interior. “…¡BASTA!..” exclamé y nuevamente me hice hacia atrás, entonces bajó ella su pierna muy lentamente rozando con sus dedos la piel de su pierna llegando hasta donde el vestido había caído, lo estiró mientras se levantaba y salió diciendo “… gracias, nunca un hombre me había tocado como tu…” Al borde del colapso grite: “…¡FUERA!...” – de un salto llegue a la puerta, la empuje y cerré. Me quedé parado atrás de la puerta agitado y desencajado.

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