jueves, 18 de marzo de 2010

Capítulo 5 - Accidente casi fatal

"...Rayos, que desastre es el que he hecho, debo limpiarlo..." me dije a mi mismo en voz alta. Fui al baño por una toalla mojada para limpiar las manchas que representaban lo que esta pequeña había logrado que ensucie en la alfombra de la habitación. Arrodillado frotando la alfombra, de manera monótona pensando en la nada absoluta, me di cuenta que estaba más tranquilo conmigo. "...¿Qué pasó acá? este no soy yo..." me levanté, tirando la toalla al piso, acodándome el pantalón abrí la puerta y salí, no paré hasta la calle, caminé poco a poco más y más rápido, hasta que en algún momento sin darme cuenta, estaba corriendo tan apresurado como si mi alma fuera a llevársela el diablo si paraba.
Sudaba a mares, el cansancio se sentía en mis piernas, pero el ímpetu descontrolado y sin razón de lo que no podía aun comprender era el motivo de que yo corriera como un caballo en una carrera.
No podía ver a mi alrededor, estaba "programado" para correr sin pensar, mi respiración se profundizaba cada vez más haciéndose esta difícil. Escuchaba voces, pero algo me desconectaba del entendimiento y hacia que no comprendiera que decían, de pronto algo llamó mi atención, en la puerta de una tienda de venta de televisores habían dos mujeres conversando de manera muy amena, una de ellas estaba agarrando de la mano a una jovencita que me miraba extrañada, todo esto muy bien hasta que de repente vi algo que inmediatamente hizo total efecto contrario a lo que me estaba pasando, esta jovencita se llevó a la boca un chupete de color rojo.
El miedo me embargó de pies a cabeza, podía sentir como mi cara se transformaba a una expresión de pavor increíble, mis brazos se agitaban al viento como dos banderas y mis pasos se volvieron torpes, hasta que me detuve.
"...¡HEY! muchacho, ¡CUIDADO!..." ese llamado me regresó a la realidad de inmediato, cuando reaccioné, sólo sentí un fuerte sonido y dos golpes casi instantáneos, uno en mi cuerpo y otro el de mi cara contra el suelo.

Mientras abría los ojos, iba escuchando: "... y bien, entonces es todo lo que nos puede decir de este sujeto?..."

"...Si oficial, no creo saber más de él, pero tan pronto se recupere, le avisaremos..." dijo una melodiosa voz femenina con un tono muy suave y sutil, mientras se escucho el cerrar de una puerta. Inmediatamente traté de levantarme he ingrata fue mi sorpresa al sentir un fuerte dolor que me obligó a desplomarme en la cama de nuevo. "... no, ni lo pienses, estás muy mal herido..."

giré la cabeza y allí estaba esa niña, acompañada de su madre. Rendido de tanto incomprendimiento pregunté "...¿tu?..." y la madre de esta jovencita contestó "... se preguntará que hace en un hospital y que hacemos nosotros en su habitación..." - La miré pensando si era cierto que estaba en un hospital, ya que hasta en ese entonces no me haba dado cuenta.



"...Mi hija vio cuando usted sufrió el accidente y me dijo que había sido muy amable con ella, en mi ausencia, por eso paramos a ayudarle, descuide por los gastos, ya está todo cubierto..."

Asenté la cabeza que era lo único que no me dolía y se retiró la señora. Quedó la pequeña y mirándome con cara de compasión y pena se acercó a mi diciendo: "...pobre, te debe haber dolido mucho, ¿no?..." cerré los ojos afirmando la respuesta y ella continuó hablándome mientras se acercaba más hasta llegar al borde de la cama "... y por lo que dice el médico, estarás bien en unos días, lo cual me alegra mucho ya que así podremos..." posando su mano por debajo de mi ombligo y llevándola en dirección sur, encima de la sábana, me dijo: "... podremos continuar..."

No podía creerlo, yo estaba al borde de la muerte, o por lo menos así me sentía y ella sólo pensaba en que yo mejorara para darle rienda suelta a sus bajos instintos.
Presioné el timbre de la camilla, sin que ella se diera cuenta y apareció la enfermera "... si señor ¿que necesita?..." contestó apresurada la niña: "...nada, debí ser yo accidentalmente..." se recostó por encima mio de forma transversal y con la mano derecha me frotó por encima de la sábana la hombría, con la izquierda jaló el cable del timbre "... lo siento mucho, enfermera..." entonces la uniformada mujer contestó "...bien niña, terminó la visita despídete y vámonos..."
Se bajó de la camilla, me sonrió y dijo "... te esperaré y de veras que ahora te gustará más lo que verás..." acompañó a la enfermera a la puerta de la habitación y salió con ella.

1 comentario:

  1. jajaja se pone erótico.
    Me gusta. Va tomando fuerza, sólo 2 observaciones:
    "he ingrata fue mi sorpresa " es sin H
    Y no es tan fácil limpiar el semen con toalla mojada, porque embarra más las cosas (experiencias propias jaja)

    ResponderEliminar