miércoles, 20 de octubre de 2010

Capítulo 11 - Cardo o ceniza

Hoy es un dia muy bonito, pareciera que en este pueblo no existiera el invierno. Trotaba yo por la calle, me había decidido a hacer ejercicio desde muy temprano. 6:45am marcaba mi reloj y en la radio sólo se escuchaban noticias y más.


Pasé por la librería, me sentí un poco nostálgico pero yo se algo: una artista esta condenado a una gran soledad y debe aprender a vivir con ella y disfrutarla.





Me detuve a ver el periódico, ya llevaba poco más de una hora haciendo ejercicio, los titulares decian lo de siempre. noticias políticas, deportes y más abajo había un anuncio de una excursión de fin de semana a las montañas de San Abelardo. Regresé al hotel y le pregunté a la recepcionista "¿Qué sabe ud. de esas excursiones a las montañas?" me dijo que eran muy buenas y que hacian inclusive una parada por una pequeña catarata. Me animé a tomarla, me puse en contacto y me inscribí inmediatamente.





Después de llamar de mi habitación, tomé una ducha mientras pensaba que un poco de ese tipo de distracción me haría muy bien, salí del baño con la bata puesta y una toalla secándome el cabello cuando derepente estaba ella en mi cama, sentado con ropa de baño rosada y que dejaba poco a la imaginación, la puerta estaba abierta.


"¿Pero cómo? - pregunté asombrado - "tomé las llaves de la señora de housekeeping y entré, quería saber si me acompañarías a la piscina del hotel - levantándose - el agua esta muy buena y el clima también además una persona que hace tanto ejercicio como tu, debe disfrutar de la piscina tanto como yo..." se había acercado lo suficiente como para decirmelo cara a cara, mirándome con inocencia y a la vez deseo, intuí que se cobraría todas las largadas que le había hecho. Negándome yo, ella me obstaculizó el paso y me dijo muy decidida "si no vas conmigo ahora grito" no soy de los que se dejan intimidar por ese tipo de coacciones, tan sólo sonreí y le dije "¿quién te va a creer? ¿no reparas aun que dejaste la puerta abierta?" aproveché que giró la cabeza para darse cuenta de ello, la tomé por el brazo y la saqué de mi habitación "muy bien pequeña ¡HASTA LUEGO!"



Sentándome en la cama, para que se me pasara la molestia de esa entrometida, me quité la bata tomé mi ropa interior cuando escuché "ese boxer blanco te hace ver tan sexy..." ¡OK! reventé, entonces cegado por el mal humor y la impertinencia de esta mocosa del demonio, de un solo salto abrí la puerta y aun no se como pero con un solo movimiento la metí a mi habitación, estaba enfurecido, casi endemoniado. Cerré la puerta y lo unico que recuerdo haberle dicho fue: "bien, si esto es lo que quieres, pues lo tendrás a las buenas o a las malas..." ella me miró con cara, no se si de asombro, temor, deseo y temor, temor y realización... que se yo. Ahora que lo pienso bien, mientras yo decia eso creo que ella se preguntaba como de en un momento estaba ocultándose por la puerta y al otro acabó en mi cama.

Me puse encima y pegando mi cara frente a la de ella, tomándola por la cintura y subiendo mi mano hacia su busto, la besé. Ella no atinó a hacer nada, a lo que me detuve y le reclamé "ya vez... perro que ladra no muerde, ahora vete que ya decubriste que este juego es de mayores y no de mocosas.." me levanté y seguí haciendo mis cosas ignorándola. Como al cabo de unos segundos ella sólo atinó a decir: "tienes razón, perro que ladra no muerde... por eso tu ladras tanto, digo, hablas" ¡HIJA DE PUTA! fue todo lo que pensé, salté de nuevo a la cama y cual tigre que caza a un cervatillo, de un solo tirón le arranqué la parte de arriba de la ropa de baño dejando al descubierto esas dos no tan pequeños senos adolescentes, ella se agarró del cubrecama apretándolo con fuerza, cuando de repente sonó un "ding" gritó ella: "¡¡Muevete!!" lo siguiente que vi fue como su pierna se acercaba raudamente a mi cara, entonces me deje caer al suelo ella tomó su ropa de baño, se la puso escondiéndose atras de la puerta. Se escucho a dos personas hablar mientras se perdía el sonido de sus pasos en un hondo cerrar de puerta. "¿'y me decias a mi que no reparé en cerrar la puerta no?" me levanté y del estado casi frenético en el que me encontraba, sólo me daba vueltas la cabeza una cosa ¿que carajo había pasado? Arrodillado en el piso se me acercó y me dijo: "ahora tómame". "¡Esto es una locura - exclamé - esto no debió pasar!" me miró y me dijo: tienes razón esto no debió pasar, debieron llegar en otro momento" se fue de mi habitación, cerré la puerta y me senté en la cama nuevamente a sacarme de la cabeza toda la escena que había sucedido. Puse las manos hacia atras dejando caer mi cabeza también al mismo lado, cuando algo me distrajo ¿Por qué está húmedo el cubrecamas?

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