domingo, 9 de enero de 2011

Capítulo 12 - Siesta

"y ahora, verán a su derecha las grandes montañas las cuales, están llenas de vegetación gracias la gran clima de la región. Ahora prepárense que en pocos minutos comenzaremos la caminata hasta arriba de las mismas." Había un letrero que decia "Bienvenido a las Montañas Paikas de San Abelardo" Bajamos del bus, tomámos nuestras cosas y comenzamos a ir cuesta arriba.
"Como podrán ver a la izquierda, está el lago Bastyn. Que tomó su nombre gracias a su descubridor quién bebió por primera vez su agua. Desafortunadamente sufrió un accidente bajando y nunca se encontró su cuerpo, se dice que se le ve caminando como un pequeño hombresillo de gran melena peluda y risada por todo el cuerpo y que cuando lo llaman no oye por que esa misma melena le cubre los oidos..." Me quité la ropa y me aventé al lago, llevaba conmigo un flotador de esos que parecen pequeñas colchonetas asi que después de regresar del chapuzón nadé a la orilla y lo inflé. Como la guía había dicho que tendríamos un descanzo largo en la zona por ser temprano y que tendríamos mucho tiempo para subir, decidí tomar una siesta allí.

Estaba con mis lentes de la misma linea de mi Rolex Villegano, recuerdo haber estado viendo el maravilloso paisaje que hacía la vegetación de los árboles dejando entre sus hojas pasar los fuertes rayos de sol. Era un apacible momento cuando derepnte escuché una vocesilla que me interrumpío todo. "Hola mi amor, ¿listo para tomar lo que es tuyo?" Me sentía algo raro, cuando reaccioné era ella pero ¿cómo? no la ví en el bus y estaba totalmente seguro que no había subido. No podia mover los brazos ni las piernas, estaba ella sentada encima mio en ropa de baño, me sentía atado, desesperado pero a la avez con cada beso que sentia que me daba bajando por mi cuello me iba convenciendo, pero algo en el fondo me decía que debía detenerla. Ella iba bajando por mi peso y mi corazón palpitaba más rapido, mientras sentía sus manos lentamente subir y bajar, acariciándome lentamente, seguía ella bajando. Para cuando iba pasando el ombligo sentí que era la ereción más rara que había tenido, una sensación entre miedo, temor, exitación y aventura. Entonces sus manos comenzaron a bajar mi ropa de baño, en ese momento sentí que había recobrado el poder de mis manos y piernas, el miedo y temor me embargaron haciéndome gritar el no más fuerte de toda mi vida. Lo siguiente que sentí fue el agua impactando mi cara, abrí los ojos, saliendo a la superficie y apoyándome en el flotador que estaba volteado, vi riéndose a la guía quien estaba en un traje de baño que le quedaba tan ajustado, dejando tan poco a la imaginación, la parte superior apenas y le tapaba los pezones y ni que decir de la parte inferior, me saqué los lentes que por suerte no se me habian caido, tomando una bocanada de aire la miré atontado. "¿qué pasó, te desperté? - dijo ella - vamos, no te quedes que todos nos vamos ya a seguir subiendo hasta la cima" Seguimos trepando la montaña, no podia creer que tanto me habia afectado esa mocosa que hasta en sueños la alucinaba. me iba quedando atrás del grupo, ya que daba un paso lento, fue un sueño tan absurdo, mirando hacia abajo decidiéndo que no perturbaría mi tarde con eso, vi una mano justo frente a mi "¡vamos! ¿no te quieres quedar y perder no, o quieres ser presa del pequeño peludo que ronda por aquí?" Levanté la mirada y noté lo hermosa que era la guia tenia un cabello largo y negro como la noche misma delgada y demasiado bien proporcionada, que se veía que la camiseta que llevaba a la altura del busto le apretaba, el pantaloncillo dejaba ver sus piernas tan perfectas, que eran imposibles. Sonreí y le tomé la mano "¡claro vamos!"
Llegamos a la cima de las montañas Paikas, por todo el camino ibamos conversando, ella sonreía, de lo que yo le contaba y a mi me parecían gratas su historias, acampamos alli un rato, los otros turitas quisieron acampar un poco más alejados que nosotros y otro grupo decidió ir por leña para cocinar algo descanzar y luego ya antes de que esté muy oscuro bajar al bus y retirarnos.
Después de armar mi azul carpa, entré en ella para acomodarla por dentro y protegerme un poco del sol, al cual ya me habia expuesto mucho en el lago. "mmm ¿todo bien? - preguntó ella - ¿por que no estas fuera?" Le comenté que no me podía exponer mucho tiempo al sol y que prefería descanzar que aquella caminata cuesta arriba me había agotado. Entró en mi carpa se recostó a mi lado y comenzó a coquetear.

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