domingo, 4 de abril de 2010

Capítulo 7 - ¿Bienvenida?

Luego de un par de días más en el hospital, me dieron de alta. Tomé un taxi, de camino al hotel pude ver que en el tablero de este auto, que estaba recubierto con una tela medio peluda de color morado con flecos amarillos, había varias estampitas de un santo con una inscripción "Protégeme San Vilosin, patrón de los imposibles y causas perdidas"
"Es usted muy devoto de ese santo, ¿verdad?" - pregunté de forma incrédula y sarcástica al taxista - "si, muchas veces le he pedido por varias intenciones personales y nunca me ha fallado, gracias a ÉL tengo mi autito, inclusive salvó a mi hijo de la muerte" Comencé a reír de manera silenciosa, pensando que este señor parecía algún actor de aquellas series que transmiten por algunos canales de televisión, donde el o la protagonista implora a su santo de mayor devoción con mucha fe y milagrosamente por magia televisiva, todo sale de maravilla, atribuyéndole al santo el final feliz.
"Bien, que bueno que usted crea en los santos, en lo personal yo no lo hago. Bueno bajo en ese hotel. Cóbrese." le dije al taxista, quien pareció no gustarle mi comentario por la expresión de su mirada a través del espejo retrovisor. Al salir de Auto me dijo: "Oiga usted, debería encomendársele. A ver si así deja de tener tantos accidentes" y arrancó. Me quedé parado en la vereda, mirando como se iba aquel taxista y lo único que pude pensar fue "¿que carajo fue eso?

Entré al hotel y la recepcionista, muy alegre por cierto, me dijo: "¡Señor! Bienvenido nuevamente, estábamos todos muy preocupados por usted, es más, el administrador me pidió que cuando usted llegara, le hiciéramos saber. Si usted me permite, yo le aviso ahora" Asenté la cabeza expresando un especial agrado por ese gesto y la mire sonriendo "Claro, como no"

Salió un hombre como de 40 años o un poco menos, alto, de cabello rubio y mirada muy segura. "¡Bienvenido nuevamente! es un agrado tenerlo aquí. nos enteramos de lo que le había pasado por los huéspedes de su mismo piso..." Soltándole la mano, le dije: "si, lo se... ellos fueron los que me auxiliaron. Bueno quería saber como podíamos hacer para abonar los días que no he estado aquí, igual mis cosas estaban en la habitación y yo supongo eso originó un cargo. ¿Cuánto es el costo?" Sonriendo, me dijo: "Descuide, sabemos por lo que pasó esos días no tienen costo para usted. Ahora mismo haré que un botones suba sus cosas del almacén, donde las pusimos por seguridad, a la habitación donde estaba usted hospedado"
Agradecí el gesto al administrador, me invitó a tomar unas copas al bar del hotel y ya en más confianza comencé a indagar un poco sobre esta pequeña niña que me estaba atormentando y confirmar lo que aquellos empleados me habían dicho días atrás.
"Si, es cierto. Esa niña es un problema que lamentáblemente no nos podemos deshacer de forma sencilla. Aquella familia es muy amiga del dueño y debemos hospedarlos aquí, por orden de él"
Con lo que me había dicho, quedé más que satisfecho, esta niña aprovechaba esta relación amical al máximo para hacer de las suyas. Unas copas después de eso y conversando acerca del último partido de basquet de la temporada pasada, se abrió la puerta del bar y escuchamos una dulce voz "Buenos días Sr. Arevalocilla. Mi papá le manda esta nota" Dándole una hoja escrita a mano, en una calidad de papel muy buena, la leyó y suspiró diciendo: "Bueno mi amigo, el deber llama..." lo miré extrañado, como si no fuera más que obvio que su trabajo era administar el hotel, mientras el continuó "que sería de este tipo sin mi.." continué con la misma expresión, pero para acentuarla levanté la ceja "y es que yo soy el que le resuelve la vida" giró la cabeza mirando al piso, se acercó a un mozo y se fue.
Levanté la mano para llamar la atención del mozo, se acercó y le dije que me traiga la cuenta, "Disculpe usted caballero, pero el administrador dio la orden de que lo que pidiése el día de hoy sea sin cargo" Agradecí, me levanté y caminé con dirección al elevador.
Lo vi nuevamente con el celular en la mano, parecía querer comunicarse con alguien de manera urgente " Sr. Arevalocilla, no quiero interrumpirlo pero sólo decirle gracias nuevamente por todas las atenciones que me está brindando" tapó el celular sin despegárselo de la cara y me dijo: "Descuida hijo, estamos aquí para ayudarnos y darnos la mano en todo lo que podamos y más aun, si estamos en apuros" Quería abrazarlo, había sido este señor demasiado bueno conmigo, pero arrugaría su impecable terno color gris oscuro. Pasó por delante de mi, aproveché para preguntarle: "Oiga, no sabía que esta niña tenia una hermana mayor, tan simpática..." mientras seguía su camino, hacia atrás de la barra de recepción, contestó: "¿Hermana? no hijo, la que viste en el bar era ella" Se me congeló la sonrisa y la cara entera, no podía creer lo que había visto. Aquella niña de vestidos largos, trenzas en el cabello y de apariencia muy infantil a una señorita de pantalones pegados que, resaltaban su bien contorneada figura, cabello suelto y liso como la seda, no quiero describir el escote de la blusa que llevaba, mas sólo diré que por poco y dejaba ver el detalle del centro del brasier.
"Cuídate hijo, ya nos vemos luego" - pasó delante mio nuevamente, pero con dirección a la puerta y le diciéndole a la recepcionista - "Estefanaya, toma mis mensajes, no contestaré mi celular a no ser que seas tu, voy camino a atender otro de los exquisitos cadáveres del dueño"
"¿cadáveres?" me pregunté en voz alta, como queriendo quitarme de la cabeza, lo que vi en el bar. "si, es que así dice el Sr. Arevalocilla a los asuntos que el dueño del hotel le encarga" Dijo la recepcioonista.
Ya en el elevador, no podía dejar de pensar, en el tremendo cambio de esta pequeña, dónde tenía guardado todo eso, es que se le veía tan sexy, que hasta al más tranquilo se le hubieran alborotado las hormonas.

Se abrieron las puertas del elevador y allí estaba ella de espaldas, no pude evitar recorrerla de pies a cabeza, deteniéndome y observando detalladamente, al final de la espalda. En ese momento ella se volteó, era imposible no apreciar como su cabello volaba de forma tan perfecta en el aire, me miró seductoramente dió un paso, poniendo se mano sobre mi pecho y a la vez recostándose sobre mi, dijo: "Hola, que bueno que ya estés por aquí. te extrañe tanto que por las noches no podía dormir sin antes tocarme pensando en ti" mientras frotaba su rodilla hacia arriba de mi pierna. traté de reaccionar, pero sólo pude entender el único mensaje que mi cerebro emitió: "Lo sentimos, el servicio no está disponible en este momento. Por favor contáctenos más tarde..." Impávido e inexpresivo, sólo la miré a los ojos y ella continuó. "Y dime, ¿me extrañaste?" terminó de decir eso me tomó por el cuello de la camisa, me jaló hacia ella, como si fuera yo un muñeco articulado y me besó. Fue el beso más apasionado que había sentido en mucho tiempo, estaba cargado de deseo, sexo, pasión y más. Me miró con esos dos ojos directamente a los mios, como lo hizo aquella vez, sentada en la heladería al costado del hotel. Me soltó sonrió malévolamente y entró al elevador.
Entré a mi habitación, me senté al borde de la cama y sólo atiné a hacer una cosa. Me reí a carcajadas.

1 comentario:

  1. JAJAJAJa ¿San Vilosin? ¿Arevalocilla? ¿Estefanaya? Jajaja estamos creativos.
    Tendrías que definir cómo es que la mocosa se ve tan bien en esas prendas como para confundirla con otra mujer jaja

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