viernes, 23 de diciembre de 2011

Capítulo 17 - Ya es Hora

"¿Y eso fue lo único que usted vio?" - Preguntaba el inspector mientras apuntaba en su pequeña libreta, mirándome de forma inquisidora - "Si jefe eso fue todo" - contesté - "debemos llevarlo al hosppital para asegurarnos que ud. está bien" - Dije el paramédico - "Te lo agradezco, pero sólo quiero descanzar" - Me quité la manta que me habían puesto y bajé de la ambulancia.
"Cualquier cosa que recuerde llámeme, aquí le doy mi tarjeta" - Dijo el oficial. acenté la cabeza y me fui. Sentía mientras me iba el oficial no me quitaba de encima la mirada, pero no reparé en eso y me fui rápidamente.
Llegué al hotel, pasé de frente hasta el elevador y subí. Ya en mi habitación me sentía raro, desencajado, ido, pero a la vez nervioso. Pense que no era la primera vez que veía un muerto y mucho menos lo tenía tan cerca. Fue por eso que me fui de mi pueblo dejándo todo atrás y terminé en San Abelardo.
¿Tal ves sería una señal de que tenía que irme?, ¿era le destino que siempre me haría ver cosas asi?. Sonó la puerta y la abrí.
"Adelante" - Dije sobándome el ojo derecho y caminando a la cama - "¡HOLA! - Dijo ella - ¿cómo estás? - Giré la cabeza y estaba esta mocosa allí, no era algo que me importara en ese momento, asi que la dejé pasar - te vez mal, ¿qué te sucedió?" - Le conté y se quedó perpleja - ¡no lo puedo creer! - Dijo ella, sentándose a mi costado, mientras miraba al piso - debes estar bastante contrariado, pero no te sientas asi - me tomó la pierna, y buscó mi mirada - yo no quiero verte asi - llevó su mano a mi rostro, yo aun no podía salir del asombro de lo que había vivido y no prestaba atención - a lo que ella hacía y muy suavemente susurró - ¡hey! - regresé de la contrariedad y me besó, no podía creerlo estaba aprovechando que estaba mal para aprovecharse de mi y la estaba dejando hacerlo, ese beso me estaba sacando del estado de malestar en el que me encontraba y me estaba llevando por un camino que no conocía, decidí no pensar y reaccionar.
Me fui recostando en la cama y dejando que ella se posara encima de mi, le tomé por la pierna derecha y fui subiendo por su vestido, casi cada vez más y más arriba. Cuando llegue hasta sus nalgas ella paró de besarme y me miró fijamente, suspiró y sonrió. "Entonces, creo que porfín me comprendes. ¡ESTO - metiéndo su mano por debajo del pantalón y tocándome - ES LO QUE QUIERO!" Como si por algún mágico motivo sentí que mi cabeza regresó de dode se hubiera ido y que mi conciencia estaba de vuelta - "Esto no debió pasar" - Me paré y salí de la habitación, fui por las escaleras bajé y bajé hasta que me detuve a unos pisos de la recepción y solté a llorar.
"¡Hey, joven amigo! - Dijo el Sr. Arevalocilla - ¿qué le sucede? ¿Está ud. bien?" - "¡YO LA DEJÉ!, ¡SEÑOR AREVALOCILLA YO LA DEJÉ!" - no entendía ni yo mismo por qué lloraba - "si tengo conocimiento de lo que ud. a vivido hoy, el inspector vino al hotel" - Lo miré secándome las lágrimas, le tomé las manos y le dije -"Sr. Arevalocilla ud. ha sido muy bueno, pero ya es hora de irme - "vaya y descance - Dijo él - Mañana ya hablaremos de eso, está ofuzcado y confuzo por lo que pasó hoy - Sólo sonreí y subí las escaleras. Quería confesarle lo que había pasado en mi habitación.

Llegué a la puerta y estaba entre abierta, pero no quise entrar, tomé el elevador y salí del hotel. Mientras caminaba a la tienda del frente a comprar una cajtilla de Mrah. mentolado, cuando salí vi a una persona que tenía razgos de oficial mirándme, como siguiéndome. Me puse nervioso, me iban a investigar, iban a saber de donde era y por que me fui de mi pueblo. Caminé presurosamente por la avenida, dejé caer la caja de cerillos, al recogerla pude notar que esta persona me seguía, entonces decidí enfrentarla. "¿Qué quieres? - pregunté de forma prepotente - ¿qué quieres de mi?" - El tan sólo atinó a mirarme como extrañado, agestó el rostro y continuó su camino, unos pasos lejos de mi pude ver que tomó el celular y llamó a alguien, seguro al inspector, estaba jodido. Debo irme de aquí.

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