miércoles, 21 de diciembre de 2011

Capítulo 16 - La Diseñadora

Desperté con el control remoto en la mano y la televisión prendida, era Jueves y hoy MA C. A. BIAG. estaría en el centro comercial, debía vestir uno de sus ternos para ir a verla.

Saqué uno que tenía, cuando le quité el forro protector lo miré fijamente y me recordó muchas cosas del pasado y el por qué había tenido que irme y llegar a San Abelardo, respiré hondo y con una extraña alegría me lo puse. Era negro con rayas muy finitas de color azul en otra calidad de tela, hecho a mano y bajo pedido, firmado con una etiqueta hecha a tambiéna mano por la diseñadora, como ella acostumbraba poner, fiel a su estilo a los ternos a medida.
Elegí una camisa blanca especial para terno, sin bolsillo y una corbata azul muy oscura. ¡Estaba listo para ir!

Salí del elevador y caminando por la recepción del hotel escuche la voz de la recepcionista: "¡que guapo!" - giré la cabeza y me detuve, la miré con gesto extrañado y cambiándo a una sonrisa galanteadora "¿Tu crees?", "¡Claro! - contestó ella - pero debe ser el terno y la colonia". Escuchaba eso mientras me iba acercando al mostrador, lo cual hizo que me sonrojara quitara la cara de seductor y le dijera: "por favor, que me cambien las toallas"

Ya de camino al centro comercial, podía ver por todas partes los anuncios y la cantidad de gente que hablaba del tema. Escuché por una de las radios de los de seguridad del centro comercial que MA C. A. BIAG, pasaría por la puerta principal para hacer su ingreso, me dirigí para allá.
Ya en la puerta, pude ver como dos motos de policía cerraban el tránsito para abrirle paso a la lujosísima limosina que la trasladaba, ella fiel a su estilo y como había salido en todas las revistas, con un vestido blanco que parecía de novia algo exagerado, con un ramo de flores y dando besos al público que la saludaba. Pense que era un poco extravagante, se lo comenté a un anciano que vió la misma escena a mi costado, coincidió conmigo pero acotó que ella era si y que hacía mucha obra social, siempre hacía donaciones a los orfanatos y casas de reposo, además había contribuido con una campaña millonaria con casi el 30% de su fortuna para evitar el habmbre y el frio en zonas de extrema pobreza del mundo. Le escuché y pense: ¡y asi yo me consideraba fan de ella!

La gente se acumuló para verla sin atropellarse, lo cual era raro en este tipo de eventos en este pueblo donde la gente aglomera, había algo que no estaba bien, se sentía en el ambiente.

La limosina se estacionó y las motos de policias se fueron. Ella bajó sonriéndo, detras de ella bajaron los dos agentes de seguridad que siempre la acompañaban a todos lados, se rumoreaba que hasta se paraban en la puerta del baño en su mansión. Era uno de ellos de cabellera rizada y larga el terno le apretaba de tanto músculo, con lentes oscuros, de tez blanca y serio, le decian "Il Italiano" de quien se rumoreaba que era homosexual. El segundo un poco menos fornido, parecía tener ascendencia árabe, de cabellos también rizados pero cortos y moreno, igual con lentes, se notaba que llevaba un arma en la cintura, daba la apariencia de que tenia una bomba amarrada al cuerpo. Caminaron junto a ella.
Mientras avanzaba, la gente aclamaba su nombre "¡MA C. A. BIAG.!", decidí hacerme un poco hacia atras y buscarme un sitio en la sala acondicionada para ella. Antes de entrar, me fumaría el último Mrah metolado que me quedaba, pero por una torpeza mia dejé caer la cajetilla al piso, me hice hacia abajo rápidamente para evitar que la gente lo fuera a pisar y en ese momento sentí que alguien desde atras mio se impulso por encima de mi espalda y sólo escuché disparos, la gente salió despavorida del lugar, yo me cubrí tirándome al piso y cerrando los ojos.

Dentro de la confusión perdí la capacidad de escuchar por unos segundos, luego abrí los ojos.
Cuando me reincorporé, pude ver a una pequeña persona cayendo al piso y gritando: "¡ESO ES LO QUE TE MERECIAS TRAIDORA!" cuando dijo eso vi que llevaba una capucha, la cual se le salió al girar la cabeza para ver que había logrado su cometido, mientras corría por la calle. Pude ver su cabello casi naranja y unos ojos que estaban cargados de ira y odio, mezclado con satizfacción, ocultos detrás de unos lentes de marco rojizo y de lunas semi oscuras, de esas que cambian con la luz del sol.

Pude ver a "Il italiano" y a su compañero, muertos en el piso, cada uno con un certero disparo en el corazón, ensangrentados. Era una escena terrible, estaba agitado, desesperado, no había nadie más en la calle, me sentí perdido. Traté de calmarme, de pronto sentí algo pesado en las piernas, temeroso bajé la mirada y era el cadaver de la diseñadora más famosa del mundo con un disparo en el centro de la cabeza y otro en el corazón. Grité tanto que me desmayé.

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